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Mostrando entradas de julio, 2015

La historia interminable: esa es otra historia

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Antes que simple cansancio, creo que lo que está haciéndome postergar mi cita anual con Juego de Tronos se trata de desencanto. Pero mientras me debato entre verla o dejarla correr he caído en la cuenta de mi escaso interés por las adaptaciones de obras literarias a cualquier tipo de pantalla. Me cuesta no abordarlas sin temor a recortes argumentales, personajes irreconocibles o caprichosos cambios en su tono. Incluso para ver La comunidad del anillo tuve que vencer cierta reticencia, mientras que la versión cinematográfica de Sandman que ya se adivina en lontananza solo me produce anticipada perplejidad. No creo pecar de elitismo al señalar que, con frecuencia, las adaptaciones a medios audiovisuales vienen a ser traducciones culturales que devalúan la obra original para atraer a mayores —y más rentables— audiencias. Así mismo, la expectación que muchos sienten ante una versión filmada de las páginas de sus amores me parece un sentimiento sospechoso, una suerte de menosprecio al o

The Ultimate Warrior: antaño heroico

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La manera en que mi mente a veces se obstina en aferrarse a ciertos detalles me produce no poca fascinación. Estos días me ha forzado a remontarme a mi infancia, al tratar de rastrear el recuerdo desdibujado de una película que, de algún modo, había resistido el paso del tiempo. Ignoro las circunstancias en que la vi, aunque debía tener la edad suficiente como para estar familiarizado, si no con el término, sí con el concepto de postapocalipsis: algo no muy extraño en un vástago de la Guerra Fría. No haber olvidado la presencia del imponente Yul Brynner ha convertido esta investigación en algo absurdamente fácil. Han bastado unos minutos para revelar que la película en cuestión se trataba de The Ultimate Warrior , aquí rebautizada con un título tan literalmente descriptivo como Nueva York, año 2012 . Con el enigma resuelto el siguiente paso ha sido volver a verla aunque mi intención no fuera la de realizar un ejercicio nostálgico más. Si bien sentía curiosidad por comparar la pelí

Lumpenproletariado

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En alguna ocasión he mencionado lo fragmentario de la carrera de Johnny Marr tras la disolución de The Smiths. Desde entonces el guitarrista ha militado en un buen número de bandas, limitándose a funcionar como un competente músico de sesión en la mayoría y reservando su genio para las menos. Modest Mouse ha sido uno de tantos grupos en los que Marr ha recalado fugazmente, aunque yo no lo conociera antes de su llegada y no lo haya seguido tras su marcha. De hecho, mi contacto con este grupo estadounidense se ciñe a We Were Dead Before the Ship Even Sank , el único álbum en el que participó el guitarrista británico y del que no guardo recuerdo alguno, ni bueno ni malo. Esta semana he vuelto a encontrarme con Modest Mouse en las noticias, en esta ocasión a raíz de una entrevista concedida por su cantante durante una estancia en Polonia. En ella, Isaac Brock se despacha a gusto con Portland, su actual lugar de residencia. El principal problema del músico con su ciudad de acogida pare