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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Get Ready: el mundo en tus manos

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Es posible que mi interés en New Order no haya sido constante a lo largo de los años pero nunca ha llegado a desvanecerse del todo. Quizá por ello mi curiosidad por la banda británica haya terminado extendiéndose a parientes más o menos cercanos, comenzando por sus ilustres progenitores hasta llegar a descendientes casi bastardos como Electronic, Monaco o Bad Lieutenant. Casi siempre me he dirigido a estas bandas con la intención de encontrar en ellas algo de New Order, aunque en ocasiones fuera el cansancio por la fórmula original lo que propiciara esta búsqueda. Los altibajos mencionados en mi apreciación de New Order se extienden a parte de su discografía y, así, un álbum como Technique hoy no me parece la obra cumbre de antaño sino un disco demasiado lastrado por la coyuntura temporal que lo vio nacer. Pero el álbum que más ha llegado a sorprenderme con el paso del tiempo es Get Ready . Publicado en un momento en el que había perdido la pista a la banda hasta el punto de dar

Autobiography: postadolescencia

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He sido fan de The Smiths durante buena parte de mi vida pero nunca he comprendido del todo la práctica de considerar el trabajo en solitario de Steven Morrissey como una suerte de colofón a la trayectoria de su grupo. Ambas cosas están lejos de formar un todo indisoluble y en mi caso fue el guitarrista Johnny Marr quien se convirtió en el principal objeto de mis devociones, además de la inspiración que me llevó a coger un instrumento por vez primera. Por contra, la figura de Morrissey siempre me ha parecido menos interesante en lo musical, con mi interés en él debiéndose a elementos como su talante lenguaraz o una capacidad de generar controversia aparentemente infinita. En cualquier caso es difícil encontrar textos sobre The Smiths que, de un modo u otro, no pongan el acento en la figura de Morrissey. Ya mi primera adquisición —publicada por la recordada editorial La Máscara— hacía gala de un título tan inequívoco como The Smiths & Morrissey mientras que la mucho más reciente

The Top: en la cumbre

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Ahora que florecen las listas de lo mejor del año es fácil perder la perspectiva y sentirnos desbordados por todos esos discos im-pres-cin-di-bles que aún no hemos tenido ocasión —o ganas— de escuchar. Pero aún más hiriente es el caso de aquellos álbumes cuya existencia desconocíamos por completo. Con ellos llega a ser necesario hacer de la ignorancia virtud para así evitar entregarse a otro tipo de exceso navideño, en este caso sonoro: devorar disco tras disco tratando de hallar las gemas que otros han sabido ver en ellos. Por mi parte, estos días he preferido recordar aquella época en la que el acceso a la música era más limitado y nuestras discotecas únicamente comprendían los álbumes que podíamos tomar prestados o adquirir por nuestra cuenta. A modo de ejemplo, un disco como The Top venía precedido por cierta mala fama y nadie que conociera se había atrevido a hacerse con él. No tuve otro remedio que comprarlo para poder completar la discografía de The Cure y confirmar que, e