Autobiography: postadolescencia

He sido fan de The Smiths durante buena parte de mi vida pero nunca he comprendido del todo la práctica de considerar el trabajo en solitario de Steven Morrissey como una suerte de colofón a la trayectoria de su grupo. Ambas cosas están lejos de formar un todo indisoluble y en mi caso fue el guitarrista Johnny Marr quien se convirtió en el principal objeto de mis devociones, además de la inspiración que me llevó a coger un instrumento por vez primera. Por contra, la figura de Morrissey siempre me ha parecido menos interesante en lo musical, con mi interés en él debiéndose a elementos como su talante lenguaraz o una capacidad de generar controversia aparentemente infinita.

En cualquier caso es difícil encontrar textos sobre The Smiths que, de un modo u otro, no pongan el acento en la figura de Morrissey. Ya mi primera adquisición —publicada por la recordada editorial La Máscara— hacía gala de un título tan inequívoco como The Smiths & Morrissey mientras que la mucho más reciente Mozipedia de Simon Goddard lleva su mitomanía aún más lejos al supeditar el todo a la parte, tratando a The Smiths como una etapa más en el cursus honorum del cantante. Pero probablemente el más interesante del lote sea Morrissey & Marr: The Severed Alliance de Johnny Rogan, una obra que no deja mucho por contar sobre The Smiths y llega a ser agotadora en su exhaustividad. A causa de este último volumen la aparición de una autobiografía del ínclito Morrissey me dejó algo frío. ¿De veras necesitaba leer algo que no podía ser más que una versión particularmente sesgada de todo el asunto? Y sin embargo los treinta y cinco mil ejemplares vendidos en el Reino Unido a la semana de su aparición prácticamente me obligaron a hacerme con esa Autobiography, llevado por algo de mimetismo anglófilo y mucho de curiosidad porteril.

Autobiography, por Morrissey
Tras leer el casi medio millar de páginas pergeñadas por Morrissey no sé si sentirme defraudado o satisfecho. El libro es francamente ameno y no puedo hacerle demasiados reproches en lo formal. Es su contenido lo que me causa cierta decepción, aunque era previsible que el cantante de Manchester contara únicamente lo que le viniera en gana. El concepto que Morrissey tiene de sí mismo es notoriamente elevado pero dedicar cien páginas a la educación del joven Steven y sus series de televisión predilectas resulta excesivo. Especialmente al tener en cuenta que el exiguo espacio dedicado a The Smiths no revela nada nuevo, a excepción de cierto número de impresiones personales que no van más allá de lo anecdótico. Más interesante es el autorretrato dibujado a lo largo de la obra, que nos muestra atisbos de un ser mezquino, inseguro y obsesivo. Este personaje que Morrissey construye en su biografía me ha hecho pensar por momentos en aquel Lovecraft misántropo, que relataba en una carta cómo en Nueva York se vio forzado a caminar por mitad de la calzada para mantenerse alejado de la horda italo-semítico-mongoloide que pululaba por las aceras. Aunque quizá sea peor admitir que este Morrissey libresco me ha recordado a un personaje de ficción tan ruin como el Silvio José de Paco Alcázar.

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