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Mostrando entradas de abril, 2014

Canción de hielo y fuego: llévate una rebequita

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Siempre he tendido a encontrar mayor atractivo en las obras que funcionan simultáneamente en varios niveles, involucrando más profundamente al lector, al espectador o incluso al jugador, si es que aceptamos la validez de ciertos videojuegos como vehículos narrativos. Alien es uno de los ejemplos más claros, siendo en esencia una película de terror que no sólo viene ataviada con ropajes de ciencia ficción sino que también pertenece a este género por derecho propio, aprovechando su trasfondo futurista para ponernos en guardia contra la codicia corporativa. También Predator funciona de parecida manera, aunque prescindiendo de la riqueza de temas tratados en beneficio de una superior dosis de acción y efectuando además alguna tímida crítica a la política exterior estadounidense de las postrimerías de la Guerra Fría. Es posible que esta naturaleza poliédrica sea una de las razones por las que Canción de hielo y fuego se ha abierto paso hasta llegar a un público masivo. La saga no s

Eagulls: mala suerte

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Llevo bastante tiempo intentando dar por finalizado el resurgimiento del post-punk , más o menos desde el periodo comprendido entre la revelación de Editors como el espejismo que quizá siempre fueron y la publicación del irregular cuarto álbum de Interpol. Pero últimamente me he cuestionado hasta qué punto es posible tildar de simple revival a un movimiento tan complejo como el post-punk de este siglo, que ya supera holgadamente en longevidad a la escena de los años ochenta y que, lejos de limitarse a caer en «joydivisionismos» gratuitos, ha explorado un buen número de avenidas musicales. Y es que entre los aires cuasi góticos de Savages y el ramalazo pop de The Drums hay una paleta sonora tan extensa que hace pensar que el post-punk ha mutado en etiqueta genérica, de espectro tan amplio como puedan serlo otras como power pop o punk rock . Un grupo como los mencionados The Drums siempre me ha inspirado no poco recelo y, aunque interesantes, no puedo dejar de considerar sus dos d

¡Puta Guerra!: Verdún fue peor

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A excepción de la cobertura recibida por algunos actos conmemorativos el inminente centenario de la Primera Guerra Mundial está pasando desapercibido en los medios de comunicación, aunque quizá sea más llamativa su casi total ausencia de las obras de ficción recientes. Eclipsada por la Segunda Guerra Mundial, la entonces llamada Gran Guerra siempre ha ocupado un segundo plano en cine, literatura y demás, quizá debido a una mayor ambigüedad aparente: por contra, es demasiado fácil reducir la Segunda Guerra Mundial a uno de esos asuntos de buenos contra malos tan del gusto de la ficción popular. Pero precisamente me he decidido a leer ¡Puta guerra! huyendo de relatos de ese tipo, superando al mismo tiempo el recelo que me inspiraba un Jacques Tardi del que conocía poco más que Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec . Antes que con las correrías de tan antipática heroína, ¡Puta guerra! comparte espíritu con La flor en el fusil , si bien despojada de elementos de ficción p