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Mostrando entradas de abril, 2015

Rufianes, ladrones y violadores

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No recuerdo con exactitud el momento en que el número de videoclubes comenzó a reducirse hasta llegar a su actual presencia —tan testimonial como especializada— pero sí que han transcurrido diez años desde que alquilara una película. Ni siquiera estoy completamente seguro de que esta se tratara de Sin City pero me gusta pensar que así fue, quizá por considerarla un fin de ciclo no del todo inapropiado. La película me fascinó lo suficiente como para verla dos veces de una sentada y dar pie a una exploración de la obra de Frank Miller que me llevó a la lectura de la colección de cómics en que se basa el filme y tres álbumes de Batman: los únicos tebeos de superhéroes que se pueden encontrar en mi biblioteca si exceptuamos Watchmen . Con el tiempo he terminado por considerar la adaptación de Sin Cit y dirigida por Robert Rodríguez y el propio Miller como una obra superior al cómic original en algunos aspectos y, de hecho, mi apreciación por la figura de su autor se desplomó irremediab

Edificando la realidad

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He visitado la Fundación Juan March en numerosas ocasiones pero le tengo cierta manía desde que uno de mis profesores tachara de gánster al «emprendedor» que le da nombre. La curiosidad despertada por el uso de tan poco amable epíteto me llevó a realizar una breve pero instructiva investigación en la que, una vez más, pude comprobar que la acumulación de determinados volúmenes de capital tiene poco que ver con la honestidad. En cualquier caso recientemente volví a encontrarme en ese edificio, buscando inspiración visual en una exposición dedicada al art déco . Mi recorrido parecía seguir la perfumada estela dejada por una señora ya entrada en años, escoltada por quien debía ser su hijo. Pero su frase «¿qué tenemos de Lalique en casa?», pronunciada mientras admiraba unas figuras de vidrio, se ha convertido en un recuerdo imperecedero que de seguro permanecerá en mi memoria cuando ya haya olvidado todas las piezas de la exposición. Me gusta considerar esta anécdota como un momento de ep

Constantine: rechicero

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Hace pocas semanas que en estas mismas páginas expresaba mi hastío ante esa gran sartén de refritos en que se ha convertido buena parte del sector audiovisual. A la noticia de la adaptación a la pantalla —grande o pequeña— de cualquiera de mis obras predilectas antaño solía sucederla una emoción hoy reemplazada por el fatigoso sentimiento de «¿otra más?». Y no es que tales revisiones me disgusten de entrada pero frecuentemente el medio audiovisual trata sus materiales de construcción con pocos miramientos, retorciéndolos a placer hasta producir una nueva obra. Estos y otros prejuicios me han hecho abordar la adaptación televisiva de Hellblazer con cautelosa demora, a pesar de la gran expectación generada ya desde la difusión de la primera imagen promocional de la serie. En ella podíamos ver un John Constantine caracterizado de manera más que adecuada, a diferencia del encarnado por Keanu Reeves en la pseudoadaptación cinematográfica Constantine de hace diez años, con la que la ser