Constantine: rechicero

Matt Ryan como John Constantine
Hace pocas semanas que en estas mismas páginas expresaba mi hastío ante esa gran sartén de refritos en que se ha convertido buena parte del sector audiovisual. A la noticia de la adaptación a la pantalla —grande o pequeña— de cualquiera de mis obras predilectas antaño solía sucederla una emoción hoy reemplazada por el fatigoso sentimiento de «¿otra más?». Y no es que tales revisiones me disgusten de entrada pero frecuentemente el medio audiovisual trata sus materiales de construcción con pocos miramientos, retorciéndolos a placer hasta producir una nueva obra. Estos y otros prejuicios me han hecho abordar la adaptación televisiva de Hellblazer con cautelosa demora, a pesar de la gran expectación generada ya desde la difusión de la primera imagen promocional de la serie. En ella podíamos ver un John Constantine caracterizado de manera más que adecuada, a diferencia del encarnado por Keanu Reeves en la pseudoadaptación cinematográfica Constantine de hace diez años, con la que la serie de televisión comparte título.

Hellblazer ha sido a menudo una obra mal entendida, como dejaba patente un articulista de Wired al mencionar que la crítica social presente en los primeros guiones de Jamie Delano había envejecido mal, obviando que el thatcherismo goza de mejor salud hoy que entonces. Por supuesto, este aspecto político ha sido uno de los elementos ausentes en una serie que se limita a incorporar algunos de los elementos argumentales procedentes del cómic: por ejemplo, la trama relativa a Mnemoth que aparece en los primeros números de Hellblazer y que, debidamente expurgada de los elementos más incómodos, conforma el cuarto episodio de Constantine. Incluso es posible encontrar unos cuantos guiños a los lectores avezados, como una ilustración que representa al monstruo animado por el demonio Nergal a partir de los cadáveres de cuatro cabezas rapadas. Pero el protagonista de Constantine no es realmente el hechicero de Hellblazer aunque compartan nombre y rasgos distintivos, presentando quizá más elementos en común con la nueva versión que aparece en el reboot publicado por DC Comics y también titulado Constantine. Su magia ya no es de carácter eminentemente ritual sino que cuenta con una dimensión utilitaria que se extiende al plano mundano, empleando un truco para cada ocasión y apoyándose en una amplia colección de artefactos arcanos. Pero además, el prisma estadounidense a través del que se nos obliga a contemplar todo me ha parecido asfixiante y no llego a comprender las razones que hacen necesaria tal traducción cultural. La identificación del muy inglés John Constantine a través de su carné de conducir en lugar de la National Identity Card británica o un simple pasaporte es un detalle que deja claro que la serie no busca un público amante de la sutileza y el trazo fino. Por no mencionar que el John Constantine de los cómics ni siquiera sabía conducir.

Comentarios

  1. Que articulo tan interesante.
    Desconocia esa parte de que constantine no sabia conducir en el comic. Eso significa que ahora para pasar a la pantalla chica, tratan de agregarle todo tipo de cosas para llamar la atencion.
    Lamentablemente ahora muchas Series En Linea son muy malas, algunas son del monton, pero algunas otras si han salido bastante buenas.

    saludos,.

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