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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Coda MMIX

En estas fechas suelen proliferar los artículos-lista, compilaciones de lo mejor de esto, lo peor de aquello, lo más vendido y demás. Pero voy a prescindir de escribir algo de esa índole, no porque haya decidido no hacerlo invocando algún elevado principio personal sino porque no me parece interesante escoger un número arbitrario (¿diez? ¿veinticinco? ¿ cien ?) de artículos de nuestra cultura de consumo y explicar por qué los considero merecedores de un puesto en mi personalísima lista y por qué creo que sirven de resumen de mis últimos doce meses. Preferiría en todo caso elegir algún hallazgo tremebundo, de esos que marcan una vida y que son capaces de producir obsesión. Y no es que este año haya sido parco en descubrimientos de ese tipo pero los primeros que acuden a mi mente ya han encontrado un hueco entre estas páginas y si tengo que ponerme a recordar activamente alguno de los demás quizá se deba a que no fueron tan especiales a pesar de todo. La memoria es traicionera pero el

Estoy aquí para ayudarte

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Hace ya unos meses que se estrenó Moon , el primer largometraje de Duncan Jones, y a la postre ha resultado imposible no enterarse de que el padre del director británico es un tal David Jones, alias David Bowie. Es un detalle de buen gusto que el novel director de cine no haya optado por cobijarse explicitamente bajo el seudónimo de tan augusto progenitor, además de llevarse unos cuantos puntos extra por apartarse de la tradición familiar y verter sus inquietudes artísticas en un medio distinto al escogido por su padre. Moon es una interesante historia de ciencia ficción que trata temas en su mayor parte ajenos a lo puramente fantástico, aunque no especialmente inusuales en el género. En el fondo Moon no es más que una nueva vuelta de tuerca a la vieja reflexión acerca de lo que nos hace ser humanos y aunque su sustancia no sea especialmente novedosa, su envoltorio resulta sorprendente. Superficialmente la película podría parecernos una amalgama de préstamos procedentes de 2001:

James T. Shepard

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Una parte sustancial de los aficionados a los juegos de rol computerizados lleva lustros afirmando que el famoso Baldur's Gate en el fondo no fue para tanto y que las auténticas vacas sagradas del género en la pasada década son Fallout y Planescape: Torment , ambos desarrollados por Black Isle. Pero, apasionantes como esos juegos me parecen, siempre he sentido especial cariño por el antediluviano Baldur's Gate . En general mi aprecio se extiende a todas las producciones de BioWare y siempre he disfrutado con al menos algún aspecto de cada una de ellas, a pesar de su épica de cartón piedra y su moralidad en blanco y negro. O quizá precisamente por esos mismos elementos, capaces de recrear en buena medida aquellos encantadores e ingenuos mundos fantásticos al viejo estilo de Dungeons & Dragons . Pero en algunas ocasiones Bioware ha dejado a un lado los manoseados estereotipos de espada y brujería para probar nuevas ambientaciones, como en el caso de Mass Effect . Mass Ef