James T. Shepard

Una parte sustancial de los aficionados a los juegos de rol computerizados lleva lustros afirmando que el famoso Baldur's Gate en el fondo no fue para tanto y que las auténticas vacas sagradas del género en la pasada década son Fallout y Planescape: Torment, ambos desarrollados por Black Isle. Pero, apasionantes como esos juegos me parecen, siempre he sentido especial cariño por el antediluviano Baldur's Gate. En general mi aprecio se extiende a todas las producciones de BioWare y siempre he disfrutado con al menos algún aspecto de cada una de ellas, a pesar de su épica de cartón piedra y su moralidad en blanco y negro. O quizá precisamente por esos mismos elementos, capaces de recrear en buena medida aquellos encantadores e ingenuos mundos fantásticos al viejo estilo de Dungeons & Dragons. Pero en algunas ocasiones Bioware ha dejado a un lado los manoseados estereotipos de espada y brujería para probar nuevas ambientaciones, como en el caso de Mass Effect.

Mass Effect ha sido el primer juego publicado por BioWare tras su compra por EA, algo que a muchos nos hizo temer lo peor por la veterana compañía canadiense debido a diversos motivos. El juego fue publicado inicialmente en su versión para Xbox, algo que BioWare ya había hecho con Knights of the Old Republic y Jade Empire con el resultado de una interfaz no especialmente cómoda para los usuarios de PC. Y por si esto fuera poco la versión para PC apareció originalmente con las medidas anticopia más draconianas que vieran los siglos, que además de la consabida clave de registro y el molesto SecuROM incluían un máximo de cinco instalaciones y una verificación online en el momento de la primera instalación y cada diez días tras la misma.

Mass Effect ha resultado ser mucho más de lo que esperaba. El argumento es definitivamente cinematográfico y me atrevería a decir que hasta filmable, incluyendo tantos de los habituales tics de Hollywood que hasta veremos una prescindible escena de sexo, como en las películas de verdad. Desde el punto de vista argumental Mass Effect puede llegar a parecer en un primer momento un extraño batiburrillo con demasiados préstamos conceptuales procedentes de clásicos de la literatura de ciencia ficción como Pórtico o El juego de Ender, una filosofía bastante tributaria de Star Trek y un aspecto visual similar en exceso a Knights of the Old Republic. Pero el juego pronto toma derroteros ligeramente distintos y aunque no llega a ofrecer ningún aspecto abiertamente novedoso y la historia es ciertamente formulaica su presentación es impecable y su capacidad de emocionar, mucha. Las decisiones que podremos tomar mientras encarnamos al comandante Shepard en su misión por salvar la galaxia se alejan ligeramente del clásico maniqueismo moral de BioWare aunque la ambigüedad aún sea algo escasa y enfrentarnos a las consecuencias de nuestros actos no suceda muy a menudo. Sin embargo leo que la manera en que elijamos terminar el juego tendrá consecuencias si decidimos continuar las andanzas de nuestro comandante Shepard en Mass Effect 2. La aparición de esta segunda entrega es inminente así que supongo que no tardaré en comprobarlo.

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