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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Penny Dreadful: biblia de Tijuana

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No dejar nada a medias es una de mis obsesiones más antiguas, aunque no recuerdo exactamente cómo llegué a pensar que finalizar cada nuevo libro al que me enfrentaba era poco menos que un deber moral. Posiblemente en algún momento llegué a intuir que en ocasiones valía la pena sufrir comienzos poco prometedores, con la esperanza de que el contenido posterior justificara el peaje pagado en áridos pasajes y plúmbeas exposiciones argumentales. Pero en fecha reciente he conseguido comenzar a superar esta neurosis, abandonando a medio camino algunas obras que encuentro aburridas, superfluas o irritantes. Por el momento no he sido capaz de devolver un libro a la estantería antes de llegar hasta su última página, tal vez influenciado por viejos prejuicios que me hacen considerar la letra impresa como una de las máximas expresiones culturales y merecedora de respeto universal. Y por otra parte, la inversión de tiempo necesaria para el visionado de una película no es excesiva y cuando el ted

The Machine: implante neural táctico

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El gran estreno cinematográfico de ciencia ficción de este año ha sido la esperada Interstellar , último trabajo de un Christopher Nolan que aún conserva su estatus como director de culto a pesar del éxito de público cosechado por sus devaneos superheroicos. Aunque todavía no la he visto no por ello he sido capaz de evadirme de los numerosos debates que está suscitando en los que, por ejemplo, se discute sobre si hay en ella más de Spielberg o de Kubrick. Incluso encontraremos quien niegue su naturaleza de obra de ciencia ficción, una etiqueta que suele aplicarse alegremente a Gravity o a cualquier otra narración en la que aparezcan naves espaciales. Pero lo cierto es que este género solo cobra protagonismo cada vez que el rodillo publicitario es puesto en marcha por alguna película de elevado presupuesto, aunque a la postre se limite a ser un nuevo producto de acción ambientado en escenarios futuristas. Este no es el caso de The Machine , una modesta producción británica escrita

El misterio de las voces élficas

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Cuando conocí a Cocteau Twins la banda escocesa se hallaba en las postrimerías de su carrera. Su relevancia no solía ser puesta en duda pero tampoco era raro que se la considerara una antigualla heredada de los años ochenta, entonces todavía demasiado cercanos para ser reivindicados sin asomo de sonrojo. Es posible que su nombre no esté tan presente en el discurso musical dominante como el de algunos de sus coetáneos pero su legado es hoy más visible que nunca y su influencia se deja sentir en el sonido de numerosas bandas. Algunos de estos grupos afines han terminado recalando en Bella Union, la compañía discográfica fundada por Robin Guthrie y Simon Raymonde tras la disolución de Cocteau Twins. Por supuesto, era inevitable que Bella Union publicara el primer trabajo de Snowbird, un proyecto del propio Raymonde junto a la cantante estadounidense Stephanie Dosen. Pero las primeras escuchas de  Moon han supuesto una pequeña decepción, quizá agudizada por las expectativas generadas