Penny Dreadful: biblia de Tijuana

No dejar nada a medias es una de mis obsesiones más antiguas, aunque no recuerdo exactamente cómo llegué a pensar que finalizar cada nuevo libro al que me enfrentaba era poco menos que un deber moral. Posiblemente en algún momento llegué a intuir que en ocasiones valía la pena sufrir comienzos poco prometedores, con la esperanza de que el contenido posterior justificara el peaje pagado en áridos pasajes y plúmbeas exposiciones argumentales.

Pero en fecha reciente he conseguido comenzar a superar esta neurosis, abandonando a medio camino algunas obras que encuentro aburridas, superfluas o irritantes. Por el momento no he sido capaz de devolver un libro a la estantería antes de llegar hasta su última página, tal vez influenciado por viejos prejuicios que me hacen considerar la letra impresa como una de las máximas expresiones culturales y merecedora de respeto universal. Y por otra parte, la inversión de tiempo necesaria para el visionado de una película no es excesiva y cuando el tedio me invade tras una hora de metraje prefiero soportar el resto, para así al menos poder ponerla como chupa de dómine desde el conocimiento.

Penny Dreadful
En realidad solo me reservo este derecho a la interrupción para las series, esos modernos folletines televisivos. El tiempo transcurrido entre sus temporadas propicia el olvido y, así, no siento remordimiento alguno cuando renuncio a seguir las andanzas de unos personajes que ya no inspiran mi curiosidad porque apenas los recuerdo. Pero tengo que agradecer a Penny Dreadful el haberme proporcionado el pretexto para dejar una serie tras haber visto solo sus primeros episodios, espantado por un engendro que parecía el hijo incestuoso de American Horror Story: Asylum y la adaptación cinematográfica de The League of Extraordinary Gentlemen. El empleo de un número excesivo de elementos es la característica definitoria de Penny Dreadful, sin que con ellos se llegue a tener un rico tapiz o al menos una urdimbre más o menos recia. Personajes y situaciones hurtados a la literatura y al cine parecen dispuestos sobre el guión de cualquier manera, como quien arroja semillas en un campo baldío con la esperanza de que algo brote. Quizá el objetivo sea que cada espectador pueda reconocer algo que capture su interés pero en mi caso se ha producido el efecto contrario: ante una explotación tan descarada que pervierte y devalúa algunas de mis referencias culturales más queridas solo cabe el rechazo.

Comentarios

  1. Peor que la macedonia de elementos de terror es lo inverosímil de las situaciones y los personajes. Perder el tiempo con un capítulo de tal despropósito ya es perder mucho tiempo. ;D

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  2. Creo que lo segundo es consecuencia necesaria de lo primero, al menos en parte. En fin, al menos no ha tenido que venir nadie a contarnos que la serie no nos iba a gustar.

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