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Mostrando entradas de noviembre, 2009

En defensa del pop

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Demasiado a menudo ocurre que el término pop es usado de manera despectiva y con ánimo de trivializar, como si el rock tuviera el monopolio de la autenticidad y el pop fuera un mero producto insustancial, fácil de elaborar, digerir y aún más de evacuar. El uso peyorativo de la palabra pop es tan frecuente que parece casi obligado adherirle etiquetas como alternativo o indie para poder referirse de manera respetable a cierta música que, dejando de lado su calidad, no necesariamente supondrá una alternativa a algo o será independiente en el más estricto sentido del término. Pero yo no creo en la dicotomía de rock contra pop y me atrevo a pensar que ambos términos son casi intercambiables en muchos casos. De hecho me gusta hablar de música pop sin prefijos ni apellidos, entendiéndola en su sentido más amplio y no como algo que se posiciona frente al rock o se limita a ceñirse a los sonidos que pueblan las radiofórmulas. Y no es que desprecie todo intento de etiquetado pero no creo nec

Dunkelbier

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El norteamericano Tim Powers es uno de los pocos escritores que han conseguido mi rendición a la primera salva. Leí La fuerza de su mirada casi por casualidad, quedando fascinado por la osadía de Powers al incluir entre los personajes de una novela decididamente fantástica a unos cuantos poetas del romanticismo inglés, con un lugar de honor para Lord Byron y su copa de amatista. El segundo asalto no tardó mucho en llegar con La última partida , nuevamente una novela con un fuerte componente fantástico aunque estuviera ambientada en la actualidad. Esta vez el hilo conductor era un extraño juego de cartas, un híbrido de póquer y tarot en el que, como no, los participantes no se limitaban a apostar su dinero y lo que se depositaba sobre el tapete era algo mucho más valioso. La llorada desaparición de las colecciones de fantasía de la editorial Martínez Roca sirvió para que encontrara Cena en el palacio de la discordia en la sección de saldos de unos grandes almacenes, a un precio m

Una nueva vida le espera en las colonias del mundo exterior

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Aunque no creo que la ciencia ficción sea uno de mis géneros preferidos lo cierto es que nunca he tenido dificultades para hacerle un hueco entre mis dispersas lecturas, intercalando aquí unos cuentos de Ray Bradbury y allí una novela de Ursula K. Le Guin. Pero la ciencia ficción que los expertos llaman dura (la que tiene más de ciencia que de ficción, por describirla de alguna manera) siempre me ha parecido algo tediosa, con sus interminables y farragosas explicaciones sobre constantes gravitacionales y física cuántica. Y, claro está, como lector ducho en tales lides suelo leer ese tipo de digresiones cruzando los dedos para que el autor termine cuanto antes con la palabrería pseudocientífica y continúe contándome su historia. Pero Pórtico ha resultado no ser una novela tan "científica" como temía. El norteamericano Frederik Pohl narra una historia que se desarrolla en dos líneas temporales distintas en capítulos alternos: una de ellas es la línea argumental principal d