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Mostrando entradas de mayo, 2015

Duran Duran: bajo una luna ámbar

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Mi primer contacto con Duran Duran tuvo lugar durante el que quizá fue su periodo de mayor gloria, marcado por los álbumes Seven and the Ragged Tiger y Arena , un disco en directo del que se extrajo el single «The Wild Boys». El vídeo promocional de esta canción es precisamente uno de mis recuerdos musicales más antiguos, registrado de manera indeleble en mi memoria aunque el elemental conocimiento del inglés que entonces poseía me hiciera creer durante años que llevaba por título «Bad Boys» (y aún hoy la red muestra que no fui el único en cometer tal error). Pero mi auténtico interés en la banda británica no comenzó hasta la resurrección propiciada por su segundo álbum homónimo, que a la postre sería más conocido como The Wedding Album . Aquel disco continúa estando entre mis preferidos de Duran Duran pero en el primer puesto de un podio imaginario no podría colocar otro que Rio . Es este un álbum repleto de elementos que individualmente suelo encontrar aburridos, si no abomina

La prescripción como cebo

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Hubo un tiempo en el que la elaboración de listas llegó a a ser, si no uno de mis pasatiempos preferidos, sí uno de los más recurrentes. Ya algunos años antes de haber leído Alta fidelidad solía emplear en compañía de amigos numerosos tiempos muertos en la cafetería de mi facultad, poniendo por escrito los rankings más fútiles con especial incidencia en lo musical. Los grupos con mejores caras B, los discos más relevantes de esta o aquella década, los escritores con mayor número de obras imprescindibles, las asignaturas más infumables del plan de estudios vigente... ninguna categoría estaba a salvo de nuestro afán clasificador. Ya entonces las disputas sobre algunas entradas ponían de manifiesto el absurdo implícito en asignar posiciones numéricas en función de características no cuantificables. Aún así este entretenimiento inocente proporcionaba una vía para el intercambio de ideas entre pares, además de un saludable contacto con criterios ajenos al propio. Por el contrario, la

Safety Not Guaranteed: solo he hecho esto una vez

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La demora en la llegada de ciertas películas a los cines de este país no es en absoluto un fenómeno nuevo, con muchos de estos retrasos probablemente debiéndose a los arcanos tejemanejes de productoras y distribuidoras en torno al concepto de ventanas de explotación. En el pasado estas esperas muy a menudo servían para afilar las ganas mientras que hoy cada día de retraso no hace sino aumentar la irritación de cierto tipo de espectador, tal vez acostumbrado a un mundo en el que toda gratificación ha de ser inmediata. Aún así no hace demasiado tiempo que el año y medio de dilación en el estreno de The Cabin in the Woods puso de manifiesto lo excesivo de estos desfases, siendo probable que buena parte de su audiencia potencial ya hubiera disfrutado de la película por vías heterodoxas cuando finalmente llegó a nuestro país. El berrinche del público friki fue extraordinario pero el caso de The Cabin in the Woods no ha sido el único de este calibre, aunque sí el que ha levantado una