Duran Duran: bajo una luna ámbar

Mi primer contacto con Duran Duran tuvo lugar durante el que quizá fue su periodo de mayor gloria, marcado por los álbumes Seven and the Ragged Tiger y Arena, un disco en directo del que se extrajo el single «The Wild Boys». El vídeo promocional de esta canción es precisamente uno de mis recuerdos musicales más antiguos, registrado de manera indeleble en mi memoria aunque el elemental conocimiento del inglés que entonces poseía me hiciera creer durante años que llevaba por título «Bad Boys» (y aún hoy la red muestra que no fui el único en cometer tal error). Pero mi auténtico interés en la banda británica no comenzó hasta la resurrección propiciada por su segundo álbum homónimo, que a la postre sería más conocido como The Wedding Album.

Rio, por Patrick Nagel
Aquel disco continúa estando entre mis preferidos de Duran Duran pero en el primer puesto de un podio imaginario no podría colocar otro que Rio. Es este un álbum repleto de elementos que individualmente suelo encontrar aburridos, si no abominables: guitarras de inspiración pseudofunk, intrincadas líneas de bajo carentes de interés melódico y hasta solos de saxofón. Sin embargo las canciones de Rio se alzan por encima de estos detalles e incluso llego a imaginar en ellas un aura de modernidad apenas ajada, tan solo ensombrecida por los excesos ochenteros cometidos su producción y la ocasional electrónica de pacotilla que se hace insufrible en temas como el que da título al disco o «Hungry like the Wolf». Incluso la ilustración de portada del estadounidense Patrick Nagel me parece fascinante en extremo, capaz de evocar la vertiente más hedonista de aquellos días.

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