Double Star: la vieja política

Con el paso del tiempo he terminado por incluir a Robert A. Heinlein en la difusa categoría que reservo para los escritores de quienes echo mano cuando me invade la inapetencia lectora. Muchos de los temas tratados en la obra de Heinlein son de gran interés pero siento especial fascinación por el voluble ideario político que se desprende de su producción literaria. Resulta fácil sentir extrañeza ante un autor capaz de exhibir tanto el protofascismo militarista de Starship Troopers como las posiciones más que libertarias de que hace gala en Stranger in a Strange Land. Y aunque ideas tan divergentes procedan de una misma pluma, no hay que olvidar que la mano que la empuñaba perteneció a un ser humano dotado de la capacidad de modificar sus opiniones en función de un recorrido vital que le es único.

Double Star, por Robert A. Heinlein
A pesar de ser una de las novelas de Heinlein en las que la política aparece de manera más explícita, Double Star explora temas diferentes. La premisa inicial de esta obra es el secuestro de un prominente político del planeta Marte y su reemplazo por un actor que terminará suplantándolo durante más tiempo del previsto. Lejos de ser inusual, este planteamiento ha sido utilizado en infinidad de ocasiones: desde novelas decimonónicas como The Prisoner of Zenda hasta películas actuales como Viva la libertà. Pero aunque este punto de partida se presta a dar pie a un cierto nivel de análisis político, el texto no parece haber sido concebido con esta finalidad. El futurista sistema político que aquí se describe es una absurda monarquía parlamentaria, al frente de la cual se sitúa un miembro de la casa de Orange en calidad de emperador de nuestro sistema solar. Algo tan inverosímil desactiva necesariamente la lectura política de una obra que realmente se preocupa por la dimensión individual del ser humano antes que por la social. Qué es lo que nos hace ser quienes somos podría ser la cuestión a la que la novela trata de dar respuesta pero Double Star se trata de una obra realmente leve —casi un mero divertimento, a pesar de haber sido galardonada con el premio Hugo— y de lectura tan fácil como probablemente lo fue su escritura.

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