Vinyl: mitología del emprendimiento
Aunque algunas decepciones recientes me hayan llevado a desconfiar aún más de la televisión como medio, todavía queda un buen número de series que me cuesta renunciar a ver. A veces ni siquiera importa que cada episodio frustre un poco más mis expectativas o que mi interés se convierta paulatinamente en algo semejante a la indiferencia. Uno de estos casos ha sido Vinyl, a la que me atrajo una temática que anticipaba como un festín musical y que a la postre no lo ha sido tanto. Ya desde su primer episodio —expositivo en exceso y de narrativa anémica a pesar de sus desbocadas dos horas de duración— Vinyl parece dispuesta a caricaturizar los excesos de la industria musical en la década de los setenta. Pero, dejando de lado las promesas implícitas en su genérico título, los aspectos musicales de la serie son un elemento accesorio en una trama central de corte policiaco. Más que la música en sí, Vinyl explora la abundante mitología creada sobre ella y, así, presenciaremos contubernios mafiosos, discográficas dirigidas como satrapías, guitarristas yonquis que malviven en tugurios, sexo chungo en oficinas retrofuturistas y hasta fiestas con chicas semidesnudas que sirven cocaína en bandejas de plata.
Durante mi recorrido por Vinyl he recordado en infinidad de ocasiones Almost Famous, una película con la que no solo presenta una sospechosa similitud en el apartado de cartelería, sino que también narra una historia con el ambiente musical de los años setenta del siglo pasado como telón de fondo. Sin embargo, mientras aquella nos muestra su faceta más corporativa, la película de Cameron Crowe opta por asomarse a los músicos desde el punto de vista de la prensa especializada. De este modo, el amor por la música permea virtualmente cada momento de Almost Famous mientras que los personajes de Vinyl la reducen a mera mercancía con terrorífico pragmatismo. Este empleo del ángulo empresarial no es un caso aislado en la ficción televisiva actual y, aunque alguien más dado que yo a cultivar teorías de la conspiración podría extraer ciertas conclusiones, yo me conformo con considerarlo como una pieza más de nuestro aburrido Zeitgeist.
Durante mi recorrido por Vinyl he recordado en infinidad de ocasiones Almost Famous, una película con la que no solo presenta una sospechosa similitud en el apartado de cartelería, sino que también narra una historia con el ambiente musical de los años setenta del siglo pasado como telón de fondo. Sin embargo, mientras aquella nos muestra su faceta más corporativa, la película de Cameron Crowe opta por asomarse a los músicos desde el punto de vista de la prensa especializada. De este modo, el amor por la música permea virtualmente cada momento de Almost Famous mientras que los personajes de Vinyl la reducen a mera mercancía con terrorífico pragmatismo. Este empleo del ángulo empresarial no es un caso aislado en la ficción televisiva actual y, aunque alguien más dado que yo a cultivar teorías de la conspiración podría extraer ciertas conclusiones, yo me conformo con considerarlo como una pieza más de nuestro aburrido Zeitgeist.
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