Rip It Up and Start Again: viejas olas

Siempre he tenido alma de bibliotecario y a lo largo de los años ha sido inevitable que mi modesta biblioteca personal atravesara diversas reorganizaciones. De este modo mis libros han estado clasificados por autores, materias, géneros o nacionalidades en función de mi capricho del momento, siempre ignorando los sistemas de verdad como el Dewey y las disfuncionalidades al estilo del orden autobiográfico empleado por Rob en Alta fidelidad. Finalmente me he decantado por un sobrio orden alfabético, aunque no haya podido resistirme a mantener una división entre ficción y no ficción. Este último apartado es el que aumenta de manera más esporádica, a base de ensayos que casi siempre versan sobre temas sociales o, quizá con mayor frecuencia, música.

Sin embargo, la lista de mis lecturas revela que nunca he gozado de la amplitud de miras suficiente para alardear de un interés en la música popular verdaderamente omnívoro. Siempre eludo los temas más generales para ceñirme casi en exclusiva a mis sonidos predilectos: diversas áreas del rock y el pop, con el acento puesto en los años ochenta del siglo pasado. Por ello, era obligado que una enciclopedia del post-punk como Rip It Up and Start Again de Simon Reynolds terminara por llegar a mis manos, sobre todo tras haber leído su muy relevante Retromania, a la ya he aludido en alguna ocasión.

Rip It Up and Start Again, por Simon Reynolds
La lectura de Rip It Up and Start Again ha sido amena por momentos y, sobre todo, didáctica. No obstante, mis problemas con esta obra son similares a los ya encontrados en Retromania: un afán de exhaustividad verdaderamente agotador, que de nuevo me ha hecho realizar varios altos antes de alcanzar su última página. Rip It Up and Start Again es un libro solo moderadamente extenso, si bien dotado de una enorme densidad que refleja tanto los gustos de su autor como sus repulsiones. Por ejemplo, el apenas velado desinterés de Reynolds por la faceta más oscura del post-punk hace que la obra no se detenga durante demasiado tiempo en Siouxsie and the Banshees y pase de puntillas por bandas como Bauhaus o The Sisters of Mercy. Además el autor parece despreciar el rock gótico en general, acusándolo de una naturaleza reaccionaria que le impide ser lo suficientemente vanguardista, al tiempo que traiciona las esencias rockeras con elementos como cajas de ritmos en lugar de baterías acústicas y bajos que «usurpan el rol melódico». Contradicciones aparte, la definición de post-punk que Reynolds ha manejado durante la escritura de este libro es de carácter más ideológico que sonoro y, así, se hablará de bandas que en su opinión tienen mucho que ver con el ideario del movimiento a pesar de hacer gala de un sonido tan decididamente pop como The Human League tras su refundación. Por el contrario, la obra no menciona ni una sola vez a un grupo como Chameleons. Con todo, Rip It Up and Start Again es una lectura recomendable para cualquier interesado en la música de principios de la década de los ochenta. Pero su sesgada visión ha hecho que finalmente se me antoje hacerme con un ejemplar de Gothic Rock de Mick Mercer, pese a que hoy probablemente esté tan desfasado como descatalogado.

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