Beyond the Black Rainbow: inexistencias inconfesables
Existe un tipo de cine que me provoca gran incomodidad, excediendo las emociones causadas por lo mostrado en pantalla. Y es que conozco pocas sensaciones tan funestas como la de no estar a la altura de una narración, generalmente por carecer del bagaje necesario para comprender su contenido simbólico o elementos argumentales. Por ello, al experimentar esto con una película popular o aclamada tiendo a echar mano de comparaciones con el «traje nuevo del emperador» y otros dudosos salvavidas, buscando de manera preventiva un escondrijo en el que refugiarme de mis posibles limitaciones.
Sin embargo no puedo evitar considerar algunas películas como genuinas tomaduras de pelo. Quizá el problema radique en mi excesiva querencia por el elemento narrativo —al que suelo subordinar todos los demás— aunque de una obra como Holy Motors solo puedo destacar la extraordinaria desfachatez de que hace gala al desgranar su conjunto de no-historias. Así mismo, la casi coetánea Enemy inicialmente aparenta contar un relato casi comprensible que pronto se convierte en un desconcertante non sequitur, desembocando en un alucinado final que desafió cualquiera de las interpretaciones a las que pude llegar por mí mismo.
Con Beyond the Black Rainbow he experimentado sensaciones semejantes, pero a un tiempo ha sido una de las pocas películas que me ha hecho pensar con sinceridad en los detalles que se me estaban escapando, sin que ello me impidiera mantener el interés. Escrita y dirigida por Panos Cosmatos, Beyond the Black Rainbow es una obra muy exigente con el espectador, de quien requiere capacidad de observación, dotes deductivas y familiaridad con diversas convenciones de género habituales en la ciencia ficción. A diferencia de las mencionadas Holy Motors o Enemy, no creo que Beyond the Black Rainbow se trate de un camino a ninguna parte o un conjunto de piezas extraídas de rompecabezas diferentes. Más bien se limita a no estar demasiado dispuesta a revelar su enigma a cualquier recién llegado, pero ofreciendo a la postre un jeroglífico descifrable con algún esfuerzo. Esta naturaleza casi lúdica me hace anticipar el momento de un segundo visionado y, desde luego, resulta muy superior a la nada que en ocasiones he encontrado tras parecidas cortinas de humo.
Sin embargo no puedo evitar considerar algunas películas como genuinas tomaduras de pelo. Quizá el problema radique en mi excesiva querencia por el elemento narrativo —al que suelo subordinar todos los demás— aunque de una obra como Holy Motors solo puedo destacar la extraordinaria desfachatez de que hace gala al desgranar su conjunto de no-historias. Así mismo, la casi coetánea Enemy inicialmente aparenta contar un relato casi comprensible que pronto se convierte en un desconcertante non sequitur, desembocando en un alucinado final que desafió cualquiera de las interpretaciones a las que pude llegar por mí mismo.
Con Beyond the Black Rainbow he experimentado sensaciones semejantes, pero a un tiempo ha sido una de las pocas películas que me ha hecho pensar con sinceridad en los detalles que se me estaban escapando, sin que ello me impidiera mantener el interés. Escrita y dirigida por Panos Cosmatos, Beyond the Black Rainbow es una obra muy exigente con el espectador, de quien requiere capacidad de observación, dotes deductivas y familiaridad con diversas convenciones de género habituales en la ciencia ficción. A diferencia de las mencionadas Holy Motors o Enemy, no creo que Beyond the Black Rainbow se trate de un camino a ninguna parte o un conjunto de piezas extraídas de rompecabezas diferentes. Más bien se limita a no estar demasiado dispuesta a revelar su enigma a cualquier recién llegado, pero ofreciendo a la postre un jeroglífico descifrable con algún esfuerzo. Esta naturaleza casi lúdica me hace anticipar el momento de un segundo visionado y, desde luego, resulta muy superior a la nada que en ocasiones he encontrado tras parecidas cortinas de humo.
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