Crimson Peak: gótico impostado

Guillermo del Toro me recuerda un poco a esas personas de genuina vocación artística que no pueden sustraerse a la necesidad de trabajar para comer. Así, en su filmografía coexisten películas donde su personalidad e intereses se muestran de manera más que evidente junto a otras que, sin llegar a tratarse de simple prostitución artística, han sido realizadas principalmente con la loable intención de llegar a fin de mes. El espinazo del diablo podría incluirse en el primer grupo mientras que, a pesar de no haberla visto ni planear hacerlo nunca, Pacific Rim se me antoja un buen ejemplo del segundo. Y entre ambos extremos podríamos situar sus adaptaciones de Hellboy, realizadas con la intención de llegar a un público masivo pero sin olvidarse de dar cabida a muchas de sus obsesiones; amén de contar con una temática que de seguro ocupa un lugar de honor en su corazón de friki.

Aunque sospechaba que Crimson Peak debía estar más cercana a las obras que podríamos considerar personales, ya desde sus primeros minutos me sentí desconcertado. Quizá fuera por su estética tan góticamente kitsch, que me recordaba a la premonitoria sensación de «esto va a ser un desastre» experimentada hace uno unos años mientras veía el tráiler de Dark Shadows de Tim Burton. El regusto dejado por Crimson Peak no ha sido tan negativo pero tampoco me siento tentado a revisitarla en un futuro cercano.

Crimson Peak
Crimson Peak viene a ser un elaborado engaño en varios niveles, comenzando con una historia anunciada como «de fantasmas» que en realidad discurre por derroteros bien distintos. En su argumento repleto de pistas falsas, ni las personas son lo que aparentan ni los espectros tienen una relevancia acorde con su generosa presencia en pantalla: de hecho, el guion no sufriría demasiado si se suprimieran todos sus elementos sobrenaturales. Tras un primer acto de duración algo excesiva la acción se traslada a Allerdale Hall, una disfuncional casa solariega que no solo sirve de marco al grueso de la historia, sino que revela en qué se ha gastado del Toro su abultado presupuesto. Dejando de lado la oscura belleza infográfica de la mansión, la película no llega a alzarse por encima de lo pacato de su premisa: unos personajes que engañan a otros para apropiarse de su dinero. Antes que con giros argumentales, el guion está aderezado con tonterías atroces, como una muerte causada por múltiples golpes contra un lavabo siendo calificada de accidental, o un aspirante a héroe que revela al villano que conoce sus nefarios planes. Y aunque no me atrevo a tachar Crimson Peak de poco inteligente, me parece palmario que en su producción los aspectos estéticos han primado sobre todos los demás.

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