Freakangels: conocemos todos vuestros secretos
La hiperabundancia de remakes en el cine comercial actual es algo contra lo que suelo despotricar a menudo, quejándome tanto del escaso atrevimiento de la presente generación de guionistas como del conservadurismo de los grandes estudios. Por ello encuentro bastante contradictorio no conocer cierto tipo de cine por sus obras originales, sino a través de versiones posteriores. Así me ha ocurrido con un buen número de historias a caballo entre el terror y la ciencia ficción filmadas en la década de los cincuenta, que he disfrutado mediante los remakes realizados en los años setenta y ochenta. Pero películas como La invasión de los ultracuerpos, La mosca o La cosa son responsables de buena parte de mi aprecio por John Carpenter y David Cronenberg y me consuela pensar que, antes que revisiones de los clásicos, puedo considerarlas como nuevas adaptaciones de las obras literarias en las que se basaban aquellos.
Una excepción notable es El pueblo de los malditos, que llevaba a la pantalla la novela The Midwich Cuckoos de John Wyndham. Aún no he visto la adaptación dirigida por John Carpenter y, de hecho, hasta hace poco ni siquiera me había atrevido con la primera versión filmada en 1960. Sin embargo estaba familiarizado con los aspectos esenciales de su trama, gracias a esa ósmosis cultural que nos permite conocer obras a partir de retazos sueltos hallados en cualquier parte: desde un capítulo de Los Simpson hasta una conversación ajena en el metro.
Este es el caso de Freakangels, un cómic que retoma la premisa de The Midwich Cuckoos para plantear lo que podría ocurrir si el grupo de niños con extraños poderes sobreviviera hasta una edad más avanzada. Freakangels no se limita a ser un derivado y resulta una lectura interesante por derecho propio aunque, dejando de lado su gratuidad, recuerdo que lo que realmente me atrajo de ella fue el hecho de que cada viernes aparecieran nada menos que seis nuevas páginas. Este ritmo estajanovista seguido por Warren Ellis (el guionista, no el músico y compañero de andanzas de Nick Cave) y Paul Duffield hace que me cueste poco excusar el estatismo que lastra su dibujo, exacerbado por una ausencia total de líneas cinéticas y en absoluto paliado por unos ocasionales efectos de motion blur más bien pobres. Pero el argumento me gustó lo suficiente como para adquirir una edición impresa que adolecía de problemas propios, en especial un color tan mal trasladado de la pantalla al papel que convertía la trama nocturna del segundo volumen en prácticamente ilegible. Y a pesar de todo he releído estos cómics con tal frecuencia que mi maltrecha memoria no tiene problemas para retener los nombres de los nada menos que doce personajes a los que alude el título de la obra.
Freakangels se puede leer (en inglés) de manera gratuita aquí.
Una excepción notable es El pueblo de los malditos, que llevaba a la pantalla la novela The Midwich Cuckoos de John Wyndham. Aún no he visto la adaptación dirigida por John Carpenter y, de hecho, hasta hace poco ni siquiera me había atrevido con la primera versión filmada en 1960. Sin embargo estaba familiarizado con los aspectos esenciales de su trama, gracias a esa ósmosis cultural que nos permite conocer obras a partir de retazos sueltos hallados en cualquier parte: desde un capítulo de Los Simpson hasta una conversación ajena en el metro.
Este es el caso de Freakangels, un cómic que retoma la premisa de The Midwich Cuckoos para plantear lo que podría ocurrir si el grupo de niños con extraños poderes sobreviviera hasta una edad más avanzada. Freakangels no se limita a ser un derivado y resulta una lectura interesante por derecho propio aunque, dejando de lado su gratuidad, recuerdo que lo que realmente me atrajo de ella fue el hecho de que cada viernes aparecieran nada menos que seis nuevas páginas. Este ritmo estajanovista seguido por Warren Ellis (el guionista, no el músico y compañero de andanzas de Nick Cave) y Paul Duffield hace que me cueste poco excusar el estatismo que lastra su dibujo, exacerbado por una ausencia total de líneas cinéticas y en absoluto paliado por unos ocasionales efectos de motion blur más bien pobres. Pero el argumento me gustó lo suficiente como para adquirir una edición impresa que adolecía de problemas propios, en especial un color tan mal trasladado de la pantalla al papel que convertía la trama nocturna del segundo volumen en prácticamente ilegible. Y a pesar de todo he releído estos cómics con tal frecuencia que mi maltrecha memoria no tiene problemas para retener los nombres de los nada menos que doce personajes a los que alude el título de la obra.
Freakangels se puede leer (en inglés) de manera gratuita aquí.
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