Is the Is Are: en la de guisar

Cada nueva noticia de DIIV recibida durante los casi cuatro años transcurridos desde la publicación de Oshin me ha hecho temer por la llegada de su segundo álbum. En este periodo Zachary Cole Smith se ha mostrado más dispuesto a acometer un tópico descenso a los infiernos que a ofrecer nueva música, aunque su detención por posesión de heroína finalmente quedó en anécdota y hoy parece rehabilitado. No obstante, la banda ha tenido que reemplazar a su batería original a causa de similares hábitos destructivos, mientras que la rancia bazofia vertida en internet por su bajista ha causado una controversia a la postre insuficiente para forzar su despido. Sin embargo, mi cotilleo preferido ha sido la escuálida polémica creada hace un par de años por un Smith dispuesto a enmendar la plana a Grimes, acusándola de no ser una auténtica vegana debido a su afición a disfrutar de una tarrina de helado de vez en cuando. Es llamativo que el yonqui que entonces era Smith mostrara tal preocupación por las implicaciones éticas de la industria láctea, al tiempo que pasaba por alto las existentes en la producción y tráfico de heroína. Pero el ser humano es naturalmente contradictorio y la absoluta coherencia entre discurso y actos no existe más que como un ideal al que aspirar: no es algo exigible a los músicos de pop ni, en realidad, a nadie.

Zachary Cole Smith
A despecho de lo relatado, el segundo álbum de DIIV ha aparecido en la fecha prevista y me he abalanzado a escucharlo con una premura nada usual en mí. Publicado bajo el absurdo título de Is the Is Are y luciendo una portada aún más fea que la de su predecesor, el álbum incluye unas generosas diecisiete canciones, aunque referirse a él como «doble» cuando su duración apenas excede los sesenta minutos no responda más que al afán nostálgico de considerar el disco de vinilo como medida de todas las cosas. El sonido de la banda presenta pocas novedades en lo esencial, haciendo gala de prístinas guitarras ocasionalmente fortificadas por una pizca de overdrive, las acostumbradas percusiones a piñón fijo y unos bajos a menudo pasados de flanger. Esté último instrumento quizá haya sido dotado de una mayor presencia en la mezcla final pero es en la parte vocal donde la propuesta de DIIV ha experimentado la evolución más acusada. Si en Oshin la evanescente voz de Smith apenas mascullaba unas letras escritas por puro compromiso, en Is the Is Are brilla con una claridad inesperada mientras esboza mensajes más ambiciosos. Todavía tengo que dedicar unas cuantas escuchas a este nuevo trabajo de DIIV antes de decidir qué opino sobre él pero creo que sus canciones me harán buena compañía durante el último tramo de este invierno.

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