Prometheus: la ciudad de los antiguos

Prometheus
Ya antes de su estreno Prometheus era una película polarizadora, que dividía al público entre quienes aplaudían el retorno de Ridley Scott a sus raíces y los que criticaban la reescritura del guión llevada a cabo por Damon Lindelof. Pero mi sensación tras el primer visionado fue la de hallarme ante una obra incompleta, protagonizada por personajes cuya motivación era un misterio impenetrable y con un argumento que parecía tejido en ganchillo, de puro agujereado. En aquel momento pensé que, como ya ocurriera con El reino de los cielos, un futuro montaje del director solucionaría parte de estos problemas. Pero en esta ocasión la respuesta de Scott fue que la versión estrenada en cines era la definitiva y que ahí quedaría todo, al menos hasta la incierta llegada de un segundo capítulo. Aún así, los dos años transcurridos desde entonces han hecho que pueda revisitar esta película con ánimo de disfrutarla a despecho de sus numerosas deficiencias: no en vano Prometheus goza de un arranque extraordinario, capaz como pocos de generar expectación. Y aunque el fantástico diseño de producción no oculte lo absurdo de ciertos momentos, al menos Scott nunca llega a olvidar que está contando una historia. Eso sí, deslavazada y poco amiga de regalar nada al espectador, a quien se exigirá un hercúleo esfuerzo para interpretarla.

El gran reproche que no puedo dejar de hacer a Prometheus es su semejanza con En las montañas de la locura de H. P. Lovecraft, una novela con la que comparte un buen número de premisas y cuya influencia es más que evidente. El tono de Prometheus no es en absoluto lovecraftiano pero ambas obras narran cómo la vida en la Tierra fue creada por una raza alienígena - cuya motivación no se llega a explicar - y que posteriormente tendría problemas con otra de sus creaciones. Se ha especulado con que Prometheus ha dificultado enormemente el proyecto de Guillermo del Toro de dirigir una adaptación de En las montañas de la locura; aunque alguna voz autorizada ha llegado a afirmar que tal adaptación ya lo tenía difícil a menos que se desnaturalizara considerablemente para eliminar escollos como la inexistencia de subtramas amorosas y la ausencia de final feliz.

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