The Messenger: mensajes del ayer

A pesar de haber aprendido a amar la música de The Smiths desde mi interés por la figura de su guitarrista he encontrado mucho más apetecible seguir las posteriores correrías del otro colíder de la banda, el inefable Steven Morrissey. Quizá se deba a que la carrera de este último consiste únicamente en una relativamente extensa serie de álbumes en solitario, mientras que el resto de la producción musical de Johnny Marr se reparte entre un buen número de bandas. Por desgracia, mi interés por la mayoría de estos grupos era escaso antes de la incorporación de Marr y mi afición a su música nunca pasó de ser algo impostado.

The Messenger
Dejando de lado un álbum grabado bajo el nombre de Johnny Marr + The Healers, la sola excepción a la mercenaria y casi funcionarial carrera del guitarrista de Manchester es su paso por Electronic. Pero de los tres álbumes fruto de esta colaboración con Bernard Sumner tan solo el primero ha encontrado algún acomodo en mi memoria y, de hecho, nunca he llegado a dedicar más que un par de someras escuchas al que cuenta con Rasputín en la portada. Muy diferente ha sido mi experiencia con The Messenger, el primer álbum de Johnny Marr anunciado como un trabajo en solitario. Este disco constituye en buena medida una mirada al pasado y su propio artífice ha afirmado que su objetivo en absoluto era la experimentación. Aún así, el álbum no se trata del vacuo ejercicio de autocomplacencia que bien podría haber sido y cuenta con canciones tan excelentes como la que le presta su título, «European Me» o «New Town Velocity». La gran virtud de The Messenger ha sido traer de vuelta al Johnny Marr de siempre, el guitarrista que espoleó mi curiosidad por su instrumento, y ello hace que esté casi dispuesto a perdonarle las mediocres versiones de The Smiths con las que últimamente fustiga a su público en directo.

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