The Chameleons: saber lo que es real

Los aires cuasi góticos de mucho del post-punk reciente no han evitado que Joy Division continúe siendo una referencia aparentemente obligatoria al describir el sonido de prácticamente todas estas bandas. Grupos como Savages son comparados rutinariamente con el del fallecido Ian Curtis y, aunque estos símiles no resistan una escucha mínimamente analítica, a menudo la banda ha de salir al paso de tales afirmaciones para reiterar que sus grupos de cabecera son otros. Incluso ha habido reacciones más airadas, como la de Harry McVeigh de White Lies al afirmar hace unos años que, horror, no le gustaban Joy Division, probablemente para remarcar que su propia banda se inspira mucho más en la new wave que en el post-punk y que tiene bastante más que ver con Echo and the Bunnymen o The Chameleons que con la banda de Manchester.

Script of the Bridge, por The Chameleons
Los mencionados The Chameleons son uno de esos esquivos grupos que son citados mucho más a menudo de lo que son escuchados. A pesar de ello su legado es fácil de rastrear hasta nuestros días y su influencia se deja sentir de manera inequívoca en el germen de bandas hoy desnortadas como Interpol o Editors. Pero con tres álbumes publicados durante su breve existencia, The Chameleons nunca llegaron a disfrutar más que de un éxito moderado. Quizá porque los matices pop presentes en sus melodías nunca llegan a ocultar del todo un núcleo de crudeza, además de una melancolía tan profunda como la de los propios The Cure en sus horas más bajas. Y aunque la banda terminaría por reformarse a comienzos de este siglo —y aún hoy continúa girando bajo el nombre de Chameleons Vox— su obra posterior carece del brillo de aquellos primeros tres discos. El marcado carácter ochentero de su sonido no ha sido un obstáculo para que un álbum como Script of the Bridge se cuente entre mis favoritos «de toda la vida», aunque no haga tanto desde que lo escuchara por vez primera.

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