Caros sucedáneos

Encuentro difícil resistirme a ver cualquier película que venga etiquetada como ciencia ficción; en ocasiones ello me ha llevado a duros encontronazos con filmes que en realidad se limitaban a ser antologías de escenas de acción ambientadas en entornos futuristas. Uno de mis desencuentros más recientes ha sido protagonizado por Elysium, el segundo largometraje de un Neill Blomkamp de quien esperaba una propuesta de mayor enjundia tras haber visto su notable District 9. Parte de la crítica puso el acento en lo supuestamente novedoso de conjugar ciencia ficción con crítica social —como si ambos elementos no hubieran ido de la mano desde siempre— pero nada me había preparado para una película tan desprovista de lógica interna y en la que los temas son meramente esbozados, soslayándose su tratamiento en favor de las secuencias de acción. Esta necesidad de molar se revelaba como la auténtica razón de ser de una película que sólo encontré marginalmente más interesante que productos como Oblivion, que también vende vacuidad aunque sin marear la perdiz prometiendo argumentos dignos de Ursula K. LeGuin.

Surrogates
Pero años antes del estreno de Elysium ya había comenzado a pasar algunas películas por alto, generalmente blockbusters de elevados presupuestos y con repartos encabezados por actores de la llamada A-list. Este fue el caso de Surrogates, cuya trama tenía por extravagante premisa central al grueso de la humanidad viviendo enclaustrado en sus hogares y empleando en sus interacciones con el mundo real a unos androides controlados mediante un sistema de realidad virtual: los surrogates o sustitutos mencionados en el título. Es posible que jamás me hubiera animado a ver esta película de no ser por que el cómic en que se basa llegó a mis manos de manera casual. The Surrogates (con artículo en el título de esta versión en papel) narra una historia casi idéntica a la de su contrapartida cinematográfica, un relato policiaco de regusto asimoviano con un protagonista que llega a recordar al Elijah Baley de Los robots del amanecer. Sin embargo, el cómic evita la simplificación excesiva en la que sí cae la película, por no mencionar la inmisericorde resolución de algunas subtramas que en la pantalla son innecesariamente edulcoradas. Pero pese a todo conseguí disfrutar más con Surrogates que con Looper, otra de esas películas de pretendida ciencia ficción que no fui capaz de eludir de nuevo con Bruce Willis al frente y algún agujero de buen tamaño en su guión.

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