Lush: memoria de lo efímero

Buena parte de mi presente fascinación por las bandas agrupadas bajo la ambigua etiqueta de shoegazing arranca de un temprano interés en el carácter etéreo de Cocteau Twins, así como de la curiosidad por el aura de malditismo que durante mucho tiempo arropó a grupos como Ride. A finales de los años noventa del pasado siglo solía relatarse cómo el shoegaze había reducido la escena musical británica a la irrelevancia, propiciando su conquista momentánea por la invasión grunge y salvándose tan solo gracias a la heroica aparición del britpop, cual oportuno San Jorge. Tal interpretación no ofrecía fisura alguna y una revisión positiva del shoegazing no ha sido posible hasta fecha reciente, auspiciada por la aparición de un buen puñado de nuevos grupos ansiosos por reivindicar aquellos sonidos y culminando con el retorno de algunos miembros de la vieja guardia como Swervedriver y hasta de luminarias del calibre de My Bloody Valentine o Slowdive.

Lush
Pero de las bandas que conformaron aquel shoegaze original, Lush fue una de las primeras en atraer mi atención, espoleada por un parecido nada casual con Cocteau Twins —su guitarrista Robin Guthrie había producido Spooky, su primer álbum— y un carácter decididamente colorista y luminoso que contrastaba con la melancolía de los mucho más sombríos Slowdive. Desde el principio Lush fue un grupo con una esencia marcadamente pop en el que las melodías de guitarra desempeñaban un papel fundamental pero que al mismo tiempo confería gran protagonismo a las voces de Miki Berenyi y Emma Anderson, en lugar de considerarlas una capa más de la lasaña sonora. De este modo, el intento de dotar a su tercer trabajo de una pátina de britpop para adaptarse a los nuevos tiempos sería así un movimiento mucho más legítimo para Lush que para bandas como The Boo Radleys o los propios Ride. Pero el suicidio de su batería escasos meses tras la publicación del muy popero Lovelife pondría un súbito final a la banda. Me cuesta imaginar cuál hubiera sido el camino seguido por Lush de no haberse truncado así su trayectoria, si hubieran vuelto a sus atmosféricos orígenes o si hubieran continuado por aquella vía del britpop, percibida entonces como una traición a sus fans de siempre. Probablemente esta «traición» sea la causa de que, a diferencia de Slowdive, Lush sea un grupo sin herederos ni legado dignos de mención y cuyo retorno casi nadie anhela.

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