L'aventurier: la sombra amarilla

Nouvelle Vague ha llegado a ser uno de los grupos que más veces he visto en directo y no he faltado a sus citas madrileñas desde que los conociera durante la gira promocional de su Bande à part. Calificarlo de «grupo de versiones» a secas es quedarse un poco corto a la hora de definir una banda que ha conseguido dotarse de algo parecido a una personalidad propia, aún a costa de constreñirse a una fórmula agotada ya en sus tres primeros álbumes. Pero fue precisamente en su cuarto trabajo —Couleurs sur Paris— donde escuché por primera vez «L'aventurier», un tema de los franceses Indochine, de quienes nunca había oído hablar. Aún así, las escasas palabras que conseguía entender de la letra (gracias a unos más que oxidados conocimientos de francés) me parecieron lo suficientemente evocadoras como para decidir acercarme al tema original. ¿Una canción pop que hablaba de filibusteros y sultanes?

L'aventurier, por Indochine
En estos tiempos de desbordante amor por todo lo retro hay pocas emociones tan devaluadas como la nostalgia, muy venida a menos a fuerza de constantes manoseos masturbatorios. Sin embargo, escuchar la versión original de «L'aventurier» me ha proporcionado una abundante y algo inesperada dosis de la misma. Unos sonidos tan característicos de la new wave no podían más que transportarme a una década de los ochenta a cuyo influjo, muy a mi pesar, continúo sin poder sustraerme. Pero la letra resultó ser una especie de collage dedicado a Bob Morane, el héroe de las novelas del belga Henri Vernes. Puede que estos libros me sean desconocidos por completo pero las referencias de «L'aventurier» son tan genéricamente exoticas que sirvieron para hacerme recordar mi propio bagaje de aventuras librescas, como las mil tardes de niñez pasadas con un Emilio Salgari a quien me está apeteciendo revisitar algún día.

Comentarios

  1. Yo soy más de Enid Blyton y aguanta porque he descubierto uno de sus libros en casa.

    ResponderEliminar
  2. Yo leí unos cuantos en su día pero, puestos a leer relatos de aventuras, prefería aquellos protagonizados por profesionales del ramo antes que por niños advenedizos. En mi casa no queda ni rastro pero en la de mis padres aún queda alguno que otro.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario