Metro 2033: tambores en lo profundo

No soy un gran aficionado a los videojuegos llevados al cine, a menudo consistentes en mal disimulados intentos de exprimir ciertas propiedades intelectuales hasta sus últimas consecuencias. Y no es que los videojuegos sean forzosamente un material fuente mediocre pero rara vez son afortunados en guionistas y directores, con Uwe Boll siendo lo más parecido a un especialista en este campo a pesar de que su oficio no mejore con el tiempo. En cuanto a sus novelizaciones, ya leo demasiada ficción de género como para dedicar tiempo a libros que me cuesta creer que se hallen en el lado bueno de la ley de Sturgeon. Sin embargo, los videojuegos sí han demostrado ser capaces de adaptar otros medios con solvencia, capturando atmósferas adecuadamente y probando su valía como vehículo narrativo.

Metro 2033, por Dmitry Glukhovsky
Dicho esto, he de admitir que conocí el videojuego Metro 2033 antes de saber que estaba basado en la novela homónima del ruso Dmitry Glukhovsky. A pesar de una sinopsis que se limitaba a enfatizar el aspecto postapocalíptico algo en ella consiguió intrigarme y tuve que leerla antes de enfrentarme al videojuego. Y aunque no llega a ser realmente notable, la novela de Glukhovsky resultó una lectura amena, siendo interesante - aunque forzada - la configuración del mosaico ideológico en que se ha convertido el retazo de humanidad superviviente a la guerra nuclear, en el que caben capitalistas, estalinistas, trotskistas y hasta nazis de los de toda la vida. Por supuesto, la edición en castellano no ha sido especialmente cuidada por Timunmas, con los nombres de las estaciones del metro de Moscú transcritos de manera diferente en planos y texto, además de una presencia de anglicismos que por momentos llegó a hacerme dudar que la obra hubiera sido traducida directamente del ruso.

Metro 2033
Por su parte, las imágenes promocionales de la versión jugable parecían prometer acción en primera persona, aliñada con elementos que bien podrían aproximarlo mínimamente a Fallout 3 y otras propuestas con más enjundia. Pero Metro 2033 es bastante más que un shooter con aspiraciones, una rara avis en estos tiempos en que la posmodernidad amenaza con convertir a todo protagonista en un capaz héroe y la acción permea todos los géneros. Es cierto que Metro 2033 tiene hechuras de arcade en primera persona pero disparar a todo lo que se mueva es tan sólo una de las posibilidades de un juego en el que la exploración y el sigilo son elementos fundamentales para la construcción de su atmósfera. Este énfasis en la ambientación hace que el juego se acerque mucho más al survival horror que otros títulos que enarbolan ese estandarte más orgullosamente.

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