Who Goes There?: la ciencia duda

Hasta hace bien poco nunca me había considerado un auténtico seguidor de la ciencia ficción y en estas mismas páginas he llegado a tildar mi interés en el género, si no de postizo, sí de esporádico y casual. Sin embargo, a medida que mi lista de lecturas retrocedía en el tiempo mi aprecio por la ciencia ficción aumentaba, alimentado por el optimismo y los aspectos sociales presentes en los clásicos de los sesenta y setenta frente al huero nihilismo que caracteriza al cyberpunk, el postapocalipsis y las antiutopías que dominan el género en la actualidad. Así, la ciencia ficción clásica llegó a convertirse en una parte importante de mis lecturas y en combustible para no pocas de mis reflexiones.

Sin embargo, mi curiosidad rara vez me había hecho retroceder a periodos anteriores a la década de los cuarenta, cuando la ciencia ficción aun no se había dividido en blanda y dura y todavía consistía en narraciones de carácter más bien pulp. John W. Campbell es uno de los pioneros del género que había marginado de manera casi automática debido precisamente a sus notables credenciales pulp, habiendo publicado buena parte de su producción en revistas del ramo e incluso llegando a ser editor de Astounding Stories. Pero siendo un absoluto admirador de The Thing de John Carpenter, la lectura del relato original de Campbell en que se basa había llegado a parecerme prácticamente obligatoria, tanto que llegó el día en que no pude postergarla más.

Who Goes There?, por John W. Campbell
Publicada en 1948, Who goes there? es una antología de cuentos escritos originalmente por John W. Campbell durante la década de los treinta. El extenso relato que presta su nombre al volumen resultó ser casi tan bueno como esperaba y su lectura ha sido cuando menos un interesante vistazo tras las bambalinas de una historia memorable, además de permitirme apreciar la fidelidad al original de la adaptación de Carpenter. El resto del libro es ciertamente irregular aunque he leído con gran interés los cuentos que versaban sobre el papel de la ciencia, especialmente «Elimination» y «Frictional Losses». Este último nos muestra un planeta Tierra desolado por un ataque alienígena al que sólo una parte testimonial de la humanidad ha conseguido sobrevivir. Dotados de unos recursos limitadísimos los miembros de una pequeña comunidad se preguntan si es necesario seguir alimentando al científico residente mientras se dedica a investigar o si deberían obligarlo a dejarse de zarandajas y forzarlo a ocuparse de los problemas más acuciantes trabajando en el campo como todo el mundo. Es en relatos como éste donde la ciencia ficción revela su naturaleza más analítica, al trasplantar problemas existentes en nuestra realidad a contextos diferentes que nos permiten evaluarlos desde nuevas perspectivas. En este caso es imposible no trazar un paralelismo entre la miopía cortoplacista de los personajes de «Frictional Losses» y la de nuestros dirigentes, para los que tampoco hay nada que no sea susceptible de ser sacrificado en aras de lo supuestamente inmediato.

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