Ghost World: horror vacui

En alguna ocasión he aludido a lo tormentoso de mi relación con los cómics y las diversas etapas que ha atravesado. De pensar en los tebeos como una forma inferior de narrativa pasé a considerarlos simples libros de segunda hasta que, algo a regañadientes, aprendí a reconciliarme con el medio y apreciar su valía. Sin embargo, aún persiste en mi manera de aventurarme en los cómics algún tic de aquella época en que los veía como algo subliterario: demasiado a menudo tiendo a pasar por alto las ilustraciones para centrarme en los textos, olvidando que las primeras no son un simple acompañamiento para los segundos y que cumplen una función narrativa imprescindible. Pero, ay, la palabra evoca en mí una magia superior a la de la imagen y eso es algo contra lo que me cuesta luchar.

Probablemente esa sea una de las razones por las que mi primer encuentro con Daniel Clowes no me dejó del todo embelesado. El argumento de Como un guante de seda forjado en hierro es, por decirlo de algún modo, inusual y su dibujo soporta buena parte de la carga narrativa pero mis ojos inexpertos se centraban en los bocadillos sin conseguir encontrar el sentido de todo aquello. Y sin embargo el tono perturbadoramente onírico de la obra era tan cautivador que sabía que el problema no había estado en ella sino en mí: tendría que recuperarla en un momento más propicio para el desasosiego.

Ghost World, por Daniel Clowes
Ese momento no tardaría en llegar aunque antes realicé una escala en el bastante más accesible Ghost World. Dotado también de una división en capítulos heredada de su origen serializado, Ghost World tiene un carácter quizá menos monolítico pero ha de ser entendido como una unidad, con un evidente hilo conductor y una intención clara. La obra nos permite atisbar en las vidas de Enid y Rebecca, dos jóvenes norteamericanas dotadas de una mezcla tal de ennui y angst que las convierte en adolescentes verosímiles, a un tiempo encantadoras y abominables. Clowes explora el vacío existente en el día a día de sus personajes —y por extensión en el nuestro— construyendo un relato de gran densidad con elementos triviales en apariencia. Y, por supuesto, la adaptación cinematográfica de Ghost World no es en absoluto desdeñable: con guión del propio Clowes podría describirse como el resultado de mezclar los ingredientes del cómic en diferentes proporciones, siendo así una rara oportunidad de ver una segunda aproximación a la misma historia por su autor original.

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