Siouxsie and the Banshees: la casa de los sueños

Una de las secciones más predecibles en las entrevistas a músicos es la relativa a sus influencias. Generalmente reacios a encasillarse, los miembros de los grupos a menudo mencionan únicamente referencias esperables por lo evidente o aquellas que consideran apropiadas o merecedoras de respeto. Y así, los artistas reivindicados tienden a ser los mismos una y otra vez, con los legados de David Bowie, The Cure o Joy Division hallándose entre los más impertinentemente manoseados.

Siouxsie and the Banshees
Muy diferente es la posición de Siouxsie and the Banshees, un grupo al que no se alude tan a menudo a pesar de haber dejado una impronta que aún hoy es posible encontrar en el sonido de no pocas bandas. El afectado estilo vocal de Siouxsie Sioux ha creado escuela pero no menos inspiradoras han sido las imaginativas líneas de bajo de Steven Severin, dotadas de un sonido que hallaría eco en los propios The Cure. Severin ocupa un lugar destacado en mi particular Olimpo de los bajistas, hasta el punto de siempre haber sentido mayor respeto por él que por la diva que prestaba su nombre al grupo. Y, por supuesto, tengo especial querencia por las bandas en las que el principal responsable de fijar el rumbo instrumental es el bajista antes que el guitarrista: los miembros más efímeros de Siouxsie and The Banshees siempre fueron sus guitarristas. Tras la marcha de John McGeoch nadie ocupó ese puesto durante el tiempo suficiente como para imprimir carácter a la banda y tan sólo Robert Smith estuvo a punto de dar la talla.

Once Upon a Time, por Siouxsie and the Banshees
En los más de quince años transcurridos desde la disolución de la banda Siouxsie Sioux ha desarrollado una correcta aunque escasamente prolífica carrera en solitario mientras que Steven Severin ha publicado diversos álbumes instrumentales, además de haberse reinventado como compositor de bandas sonoras. Sin embargo no he prestado tanta atención a estos devaneos como a los viejos álbumes de Siouxsie and the Banshees, algunos de los cuales he llegado casi a memorizar a fuerza de escuchas: Kaleidoscope, Juju o aquella primera colección de singles reunida bajo el título Once Upon a Time y que es probablemente la mejor vía de acceso a uno de los grupos «imprescindibles» de la década de los ochenta menos escuchados hoy. Aunque ahora que el calificativo de gótico ha dejado de ser un estigma quizá los Banshees estén a punto de ser recuperados por esa planta de reciclaje en que se ha convertido la música pop del siglo XXI.

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