Strange Boutique: curamos la ceguera

La labor de reciclaje que la música de comienzos de este siglo está llevando a cabo aún no parece haber alcanzado su límite. Si hace unos años el post-punk hacía sentir su influencia de manera abrumadora, en época más reciente el shoegazing parece ser el movimiento que se reivindica con más fervor. Así, una etiqueta que a finales de los años noventa se empleaba de manera peyorativa para referirse a un periodo de supuesta decadencia del pop, hoy ha pasado a estar de moda y se usa con un orgullo inexistente en la época de su creación. Numerosas bandas siguen aquella estela dejada hace veinte años y hasta My Bloody Valentine ha regresado para publicar un álbum que, a pesar de sus años de retraso, resulta muy apropiado en la presente coyuntura.

Más interesante es la actividad de ciertos grupos que emplean el shoegazing como un ingrediente más de sus creaciones, haciendo fusiones impensables y contribuyendo a legitimar este otrora ninguneado género. Por ejemplo, la banda francesa Alcest basa su personalísimo sonido en añadir las múltiples capas y el ruidismo melódico del shoegazing a sonoridades en principio tan distantes como las de la vertiente más amable del black metal. El experimento ha sido tan exitoso que Alcest se dispone a publicar un muy esperado cuarto álbum y hay quien se ha apresurado a inventar la excesiva etiqueta de blackgaze para referirse a grupos afines.

Strange Boutique
Pero ya a principios de los noventa existían grupos que conjugaban el shoegazing con otros elementos: éste es el caso de Strange Boutique, a quienes hasta hace bien poco recordaba como una banda de rock gótico destacable únicamente por contar con la presencia de Monica Richards (quien posteriormente sería vocalista en Faith and the Muse). Pero me he llevado una gran sorpresa al dar una nueva oportunidad a Strange Boutique mucho tiempo después de la última escucha. Es cierto que su sonido es decididamente oscuro, definido en buena parte por la exuberante voz de Monica Richards y unas líneas de bajo muy deudoras del Steven Severin de los primeros discos de Siouxsie and the Banshees. Sin embargo los paisajes sonoros dibujados por las guitarras son extremadamente sugerentes, con mucho del dream pop de Cocteau Twins o Mazzy Star y llegando a recordar por momentos a algunos de sus coetáneos británicos, como los propios Slowdive. Sólo había escuchado el tercer álbum de Strange Boutique pero tras esta inesperada revelación he tenido que hacerme con los dos anteriores para confirmar que, como en tantas ocasiones, el mapa del tesoro había estado ante mis ojos durante todo el tiempo.

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