Solletico y el hombre de la casa: aunque luego no lo hagamos

La historia ha avanzado de manera imparable en lo referente a los formatos en los que la música se distribuye: el futuro será digital y quienes abogamos por la existencia física de los discos somos tachados frecuentemente de románticos empedernidos, probablemente porque la mayoría de argumentos que damos en su favor son de esa índole. Y es que un disco es algo mucho más presente en nuestras vidas que cualquier colección de archivos: solido, tangible, difícil de ignorar, con su presencia en el mundo siendo incuestionable excepto para los más cartesianos entre los melómanos. Por contra, lo digital resulta más fácil de pasar por alto a la hora de decidir un menú musical, mientras que su carácter naturalmente efímero no contribuye a la vocación de permanencia que toda música debiera tener. Pero nunca he sido muy aficionado al vinilo y he permanecido obstinadamente ajeno a la resurrección del formato hasta que la publicación de Solletico y el hombre de la casa me ha hecho volver al microsurco, habiendo transcurrido nada menos que veinte años desde mi última adquisición.

La huida de los sonidos más comunmente asociados al pop y unas letras que apuestan por lo literario son dos de los rasgos que mejor definen a Solletico. Melódicas y ukeleles coexisten con guitarras eléctricas y castañuelas en sus paisajes sonoros, perfilando una propuesta arriesgada pero en absoluto inaccesible y que mejora con cada escucha sin llegar a convertirse en un gusto adquirido. El empleo de todo un arsenal de instrumentos poco convencionales parece responder, antes que a una auténtica voluntad de experimentación, a un cierto talante juguetón que parece permear todo lo que hace esta banda madrileña. Dotada además de una evidente intención folk, la música de Solletico se sitúa sin embargo en las antípodas del más popular folk de guitarra acústica y barba apesadumbrada, generalmente más prisionero de fórmulas y no tan dotado para la exploración de sendas menos transitadas.

Solletico
Aunque Solletico y el hombre de la casa no basta para mostrar una imagen completa del complejo universo del grupo, sí constituye una adecuada introducción al mismo. «Valentina» es una excelente pieza ya presentada en directo que explora el siempre espinoso tema de los roles de género, con la anteriormente publicada «Ofelia» y la más reposada «B612» completando un contenido abundante para tratarse de un single, aunque una velocidad de 33 r. p. m. compensa sus siete pulgadas. Y sin embargo, tras los dos jugosos EP anteriores este pequeño disco azul se antoja breve y hace anhelar que la publicación de un álbum completo no esté demasiado lejana.

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