La cueva del tiempo

Los juegos de rol han atravesado un ciclo vital extraordinariamente acelerado y de ser algo destinado a los más frikis del lugar pasaron a gozar de cierta popularidad antes de regresar a su semioscuridad original, todo ello en un periodo de tiempo que a posteriori se antoja brevísimo. Pero a pesar de un evidente declive estos juegos han dejado no poco poso en el acervo popular y ya no suele ser necesario explicar su mecánica recurriendo, por ejemplo, a analogías con aquellos libros de la colección Elige tu propia aventura (que sufren sus propios problemas para ser recordados) o a comparaciones con cualquiera de esos videojuegos que se autodefinen como de rol a pesar de adolecer de argumentos lineales. Pero éstas no son las únicas huellas de los juegos de rol que podemos rastrear hasta la actualidad.

Puntos de experiencia, por Josep Busquet y Pere Mejan
No puedo evitar sentir cierta pesadumbre al hablar de Puntos de experiencia, cómic con dibujo de Pere Mejan sobre guión de Josep Busquet. Comencé a leer este tebeo con una ilusión que pronto dio paso al desencanto, a pesar de una premisa tan apetecible como la añoranza que siente un grupo de jugadores de rol treintañeros por su juventud mitificada. Pero el argumento peca de una puerilidad especialmente manifiesta en el sonrojante tratamiento que reciben los escasos personajes femeninos. En lo accesorio, el humor de las situaciones roleras tampoco termina de funcionar, siendo demasiado fácil para todo jugador avezado además de recordar en exceso a otras obras del ramo como The Gamers o The Order of the Stick. Y es una pena porque Puntos de experiencia hubiera podido ser una lectura obligatoria para cualquiera con un pasado ligado al rol pero no logra trascender el nivel de lo anecdótico y desde ese punto de vista he de considerarla una obra fallida.

La cápsula del tiempo, por Miqui Otero
Más interesante ha sido la lectura de La cápsula del tiempo de Miqui Otero. O quizá debiera hablar de lecturas porque esta ¿novela? narra más de una historia, no como Rayuela sino más bien al estilo de los libros juego de antaño, planteando al lector diversas posibilidades con sus correspondientes saltos de página. La cápsula del tiempo viene a ser una revisión de aquellos libros, igualmente lúdica pero puesta al día y bastante más literaria aunque quepa achacarle un exceso de referencias a las múltiples facetas de la cultura pop, como si Otero hubiera querido dejar patente la amplitud de sus intereses o apelar a todos los tipos humanos que se enfrentarán a su libro. La obra nos conducirá a través de una Barcelona casi surreal con una excusa tan nostálgica como la búsqueda de una cápsula del tiempo que el protagonista y sus amigos enterraron años atrás. Pero el propio autor nos pone en guardia contra lo que él llama "fotogenia de la nostalgia", que viene a ser su manera de reformular el adagio de Jorge Manrique para recordarnos que estas miradas al ayer no debieran encandilarnos demasiado.

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