Estrella roja: El verano del cohete

Marte es un motivo clásico en la ciencia ficción y muchas obras que cuento entre mis favoritas tienen al planeta vecino como pieza central o al menos como uno de sus escenarios: desde Forastero en tierra extraña hasta Crónicas marcianas, pasando por la ambiciosa trilogía de Kim Stanley Robinson o incluso Waking Mars, el encantador videojuego al que he dedicado varios ratos perdidos durante las últimas semanas. Teniendo todo esto en cuenta no me extrañó sentirme interesado por un diminuto volumen titulado Estrella roja, que parecía un poco fuera de lugar en la sección de ciencia ficción de aquella tienda.

Estrella roja, por Alexander Bogdánov
A pesar de ser prácticamente coetánea de La guerra de los mundos, Estrella roja tiene pocos puntos en común con la obra de Wells. En lugar de ser una historia de corte casi apocalíptico en el que la humanidad se enfrenta a su extinción se trata de un relato utópico en el que Alexander Bogdánov describe cómo la organización de la sociedad marciana sigue nada menos que los principios del socialismo. El postfacio incluido en esta edición proclama además la naturaleza steampunk de la novela aunque tal afirmación sea muy cuestionable. El steampunk viene a ser un ejercicio de falso retrofuturismo de inspiración victoriana e imaginado en una época posterior pero no encontraremos esos artificiosos anacronismos aquí. Por el contrario, Estrella roja nos muestra una visión del futuro que no ha sido construida en función de unos parámetros determinados sino a partir de la imaginación del autor, sin constreñir ni adulterar. Y es meritorio que esa imaginación de Bogdánov le permita soñar con mundos mejores que aquél en el que vivimos, algo que a la narrativa de ficción actual parece estarle vedado.

Los problemas de esta edición de Estrella roja son de índole más material, comenzando por un precio claramente excesivo para un libro de bolsillo y que pagué con algún reparo, confiando en que la edición estuviera tan cuidada que mi desembolso se viera justificado de algún modo. La primera impresión había sido inmejorable, con su portada de arcaizante pero atractivo diseño y sus escasas trescientas páginas impresas en papel del bueno. Pero por desgracia las tareas de traducción y corrección no han estado a la altura requerida, con un sinfín de errores tipográficos y de traducción además de un buen número de flagrantes anglicismos que probablemente deban su presencia a la nacionalidad de los traductores. Es una pena porque todo apunta a que la publicación de este librito ha sido llevada a cabo con un amor digno de obtener mejores resultados pero incapaz de compensar por sí solo una terrible falta de oficio.

Comentarios