Pequeños horrores

La influencia de Lovecraft en todos los ámbitos de la ficción moderna es incuestionable, sin que el mundo del videojuego sea una excepción. Son muy comunes las referencias al estilo de la aparición estelar de Shubb-Niggurath en el primer Quake, aunque los títulos de temática explícitamente cthuloidea sean escasos. Entre estos, además de las primeras entregas de Alone in the Dark no podemos olvidarnos de aventuras gráficas como la entretenida Prisoner of Ice y la mucho menos jugable Shadow of the Comet. Pero tras Call of Cthulhu: Dark Corners of the Earth el panorama se ha mostrado más que yermo, pese a que es posible que nunca haya habido tanto interés en el legado de Lovecraft como hoy.

Por ello es una buena noticia que un buen puñado de compañías independientes hayan comenzado a despuntar, creando juegos de diverso pelaje con recursos muy escasos y que se ofrecen a precio de saldo. Los dispositivos portátiles y el creciente interés en el llamado retrogaming han desempeñado un papel fundamental en el auge de algunos de estos pequeños estudios indies y una consecuencia importante ha sido la aparición de infinidad de títulos que vienen a ocupar nichos que habían estado vacantes durante algún tiempo. Éste ha sido el caso de Cthulhu Saves the World y Call of Cthulhu: The Wasted Land, dos flamantes nuevas incorporaciones a la ludoteca lovecraftiana de la mano de Zeboyd Games y Red Wasp Design respectivamente. Hay pocas semejanzas entre ambos títulos, más allá de que sus versiones de PC vengan ligadas a sendas plataformas de distribución (Steam e Intel) que exigen instalar un software que se encargue de los dichosos DRM.

Cthulhu Saves the World es un homenaje a los jRPGs de la era de los 16 bits, con unos gráficos pixelados no desprovistos de encanto. La efectividad del juego depende en buena medida de su uso del humor y de la nostalgia pero encuentro el primero demasiado infantil y la segunda me pasa por alto porque nunca tuve una NES. En su mecánica de juego, Cthulhu Saves the World es extremadamente repetitivo y está pensado para consolas hasta el punto de no emplear ratón. Tras un par de horas la novedad de poder controlar a un Cthulhu venido a menos había desaparecido y tenía la sensación de haber experimentado todo lo que el juego podía ofrecerme. Sin embargo, la mayoría de características que he juzgado desacertadas están ahí por diseño y han complacido a un público numeroso entre el que, desgraciadamente, yo no me encuentro.

Call of Cthulhu: The Wasted Land es un juego de planteamiento diferente, con unos aspectos visuales y sonoros mucho más cuidados aunque su versión para PC venga lastrada por un interfaz pensado para dispositivos con pantalla táctil, con botones de buen tamaño y escasos atajos de teclado. Nuestra misión consiste en conducir a un pequeño grupo de soldados por las trincheras de la I Guerra Mundial hasta el enfrentamiento final con un horror cósmico cualquiera. Con un sistema de juego por turnos y gran énfasis en el elemento táctico, The Wasted Land no tardó en recordarme a aquel Incubation de finales de la década de los noventa, contando además con el interesante añadido de unos cuantos préstamos de la versión rolera de La Llamada de Cthulhu. La experiencia de juego de este The Wasted Land es bastante satisfactoria y recomendable en su conjunto aunque no le hubiera venido mal un poco más de atención al detalle: que los personajes incluyan en su diálogo los turnos que hay que resistir en tal trinchera o de los que se dispone para alcanzar cual cota no es algo que ayude a la inmersión y, tratándose de Cthulhu, la atmósfera lo es todo.

Comentarios