Mis odios no son exigentes

El concepto de placer culpable nunca ha terminado de gustarme. La hipocresía inherente a tal idea entronca con tradiciones tan hispanas como el aparenteo y el qué dirán. Es por eso por lo que, aunque en ocasiones me produzca repelús, no me importa excederme en la sinceridad y admitir que me gustan algunas cosas populares pero que quizá tengan mala reputación en determinados círculos, como las novelas de Stephen King, los videojuegos de BioWare o los discos de Los Punsetes.

Los Punsetes es una banda madrileña que no me deja indiferente, a pesar de no ser ni de lejos uno de esos grupos que califico como mis favoritos. De hecho he tenido que esforzarme de veras para conseguir apreciar sus muy ocultas virtudes, entre las que cabe destacar unas excelentes letras que tratan de temas insólitos en un contexto pop: solipsismo, bizarradas varias y una fuerte y nada sutil dosis de nihilismo. Es una lástima que el envoltorio musical se aproxime tan a menudo a la ramplonería, especialmente en lo que se refiere a unas partes vocales pobremente ejecutadas y que exhiben una terminal falta de creatividad. El hieratismo que la banda exhibe en directo tampoco le hace ningún favor y el reciente concierto ofrecido en Madrid hubiera podido llegar a aburrirme de no ser por lo acertado de las proyecciones - de hecho, los miembros de la banda se conocieron mientras cursaban comunicación audiovisual.

Y sin embargo la música de Los Punsetes es uno de esos casos en los que el todo supera a la suma de las partes. No sé muy bien por qué soy capaz de pasar por alto tantos detalles que yo percibo como defectos pero el grupo posee un cierto nosequé que me encandila. Aún no he escuchado Una montaña es una montaña pero, dejando a un lado tan perogrullesco título, la opinión generalizada es que la banda ha crecido musicalmente en este tercer álbum y sus aspectos más punk se han suavizado un tanto. Ya será menos: la propuesta de Los Punsetes no parece muy capaz de grandes cambios y es más probable que la banda continúe siendo irreprochablemente fiel a sí misma.

Comentarios

  1. Desconozco por completo a la banda: les echaré un tímpano luego.

    Lo de las "bizarradas" (Spanish idiom) no lo trago, ya que empiezas el artículo hablando de oximorones y palabros.

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  2. Un galicismo ocasional no hace daño.

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