Soñando espacios

Son muchos los grupos musicales que con el paso del tiempo terminan por desaparecer de la memoria, necesariamente en algunos casos y en otros siendo meramente sepultados bajo el peso de lo novedoso. Pero no todas estas bandas son condenadas al olvido de la misma manera y en ocasiones nos hallamos ante una formación de la que todo el mundo habla sin que prácticamente nadie escuche su música. El caso paradigmático es Joy Division, supuesta fuente de inspiración para demasiados músicos y pretendido grupo de cabecera de aún más melómanos. Y sin embargo se trata de un grupo que es mucho más citado que escuchado, que está en boca de muchos pero ha sido olvidado de facto.

Aún más perturbador es el destino de otros grupos cuyo nombre y relevancia son enviados a la ignominia del olvido junto con su obra, sin que corran ríos de tinta que nos informen de las bondades de su discografía. Muchas grandes bandas de los años ochenta y noventa del pasado siglo entran en esta categoría pero el caso de Cocteau Twins es especialmente doloroso. Si hace unos años era el momento del post-punk ahora nos encontramos en pleno resurgir del shoegazing y subgéneros afines, con The Jesus and Mary Chain convirtiéndose de nuevo en referencia ineludible (si es que alguna vez dejaron de serlo) mientras My Bloody Valentine son saludados una vez más como los grandes héroes del ruido. Incluso Slowdive o Lush, grupos denostadísimos en su momento, son mencionados ahora con un respeto del que no disfrutaron cuando la llegada del britpop barrió de un plumazo a aquella "escena que se celebra a sí misma". Y mientras tanto, los paladines norteamericanos del dream pop Mazzy Star han anunciado un retorno triunfal al tiempo que unos Blonde Redhead en estado de gracia han culminado una asombrosa evolución, partiendo de sonidos próximos a Sonic Youth para terminar por ofrecernos 23 y Penny Sparkle, dos álbumes que beben de Cocteau Twins hasta el hartazgo.

Cocteau Twins comenzó siendo un claro producto de su tiempo y su origen no puede ser comprendido fuera del contexto de post-punk y goticismo que impregnó buena parte de la escena independiente británica de los primeros años ochenta. Pero cuando Elizabeth Fraser dejó de emular a Siouxsie Sioux y la instrumentación se desprendió de buena parte de su lastre oscuro la banda escocesa no tardó en hallar una identidad propia. Lo etéreo de la voz de Fraser otorgaba una definitiva cualidad ultramundana a una música que, por otra parte, ya poseía suficiente magia gracias a la superposición de múltiples capas de preciosismo y era capaz de evocar paisajes sonoros de un modo casi cosmogónico. El legado de Cocteau Twins está presente en la paleta sonora de numerosos grupos: algunos consagrados como los ya mencionados Blonde Redhead y otros prometedores, como Esben and the Witch o School of Seven Bells. No es de justicia que un grupo que ha dejado tal poso en el pop contemporáneo permanezca tanto tiempo sin ser reivindicado y sin gozar de un merecido puesto en el panteón musical colectivo.

Comentarios

  1. Muy bueno tu planteamiento....y muy cierto! Algo me dice que con la evolución de los formatos digitales y las nuevas tecnologias, ya no existe gente joven como nosotros hace años, juventud del vinilo, que adorabamos a grupos y queriamos saber de sus raices. Que poniamos discos que nuestros padres tenian en casa, ansiosos por saber que más podiamos escuchar y aprender. Ahora, la gente se limita a bajarse lo nuevo y más oido sin preocuparse de los origenes y de grupos que tengan más de 10 años. La gente de nuestra generación somos algo a extinguir!!!!

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