¿Sí, señor?
Generalmente suelo explicarle a mis conocidos que conocí a Robert A. Heinlein a través de la notoria Forastero en tierra extraña, famosa entre otras cosas por ser uno de los libros de cabecera de Charles Manson. Sin embargo me temo que en realidad el primer encontronazo vino de la mano del holandés Paul Verhoeven y su adaptación cinematográfica de Starship Troopers. En su momento Starship Troopers me pareció simplemente una divertida película de acción, si bien no comprendí a aquellos que la tildaban de militarista o incluso la acusaban de celebrar el fascismo cuando lo que yo había percibido era una más que evidente sátira de esos mismos elementos. Por si fuera poco algún que otro sesudo experto en ciencia ficción se quejaba de como Verhoeven se había limitado a rodar una película de acción, dejando de lado y hasta corrompiendo el espíritu de la obra original. Eso bastó para despertar mi interés y me dediqué a buscar un ejemplar de la novela.Ésta hubiera sido una misión sencilla, de no ser porque una de mis múltiples manías es no comprar libros con el cartel de la película en la portada o con el título de la película reemplazando al tradicional, Las brigadas del espacio en este caso. Por supuesto, fui incapaz de encontrar un ejemplar sobre el que el cine no hubiera proyectado su sombra y para cuando claudiqué y decidí hacerme con la edición de Starship Troopers con un vociferante Johnny Rico en la portada ya era demasiado tarde: el libro estaba descatalogado y terminé por olvidarme de él, relegándolo a mi limbo particular junto a las hordas de clásicos que jamás leería.
Comentarios
Publicar un comentario