El otro lado

Neil Gaiman viene a ser a la novela fantástica lo que Tim Burton era al cine hace años, algo así como un gótico de guardia capaz de dibujar atractivas sombras sobre las cosas más cotidianas. Pero tengo que confesar que mi relación con Gaiman comenzó hace no demasiado tiempo, cuando finalmente dejé de resistirme y me hice con el primer volumen de Sandman. Admito no ser un auténtico lector de cómics y, de hecho, hasta época reciente solía referirme a ellos con bien estudiado desdén para desesperación de algunas de mis amistades. Sin embargo Sandman me pareció una obra extremadamente imaginativa y sugerente en su conjunto, que no temía perderse en abstrusas e interesantes digresiones y además osaba tratar temas de cierta profundidad dentro de un contexto fantástico. Por supuesto que mi siguiente paso estaba claro, tenía que leer alguna de las novelas de este individuo porque si había conseguido llegar a tales cotas narrativas con nada menos que un cómic, ¿qué no podría hacer con un libro hecho y derecho?

Neverwhere, la serieAsí que decidí saltarme el resto del magreo y enfrentarme directamente con American Gods y su longitud excesiva. Tras detenerme en la onírica y perturbadora Coraline la siguiente parada fue Neverwhere, una de esas contadas ocasiones en las que es posible leer una novelización sin sentir pudor alguno. Porque el extraño caso de Neverwhere es que comenzara sus días como una serie de televisión que hoy ha alcanzado ese estatus que suele denominarse de culto. Es decir, aunque no la viera prácticamente nadie cuando fue retransmitida originalmente con el paso de los años sus seguidores se han convertido en legión. Con guión del propio Gaiman y a pesar de un presupuesto aún más escaso que su duración la serie es una joya bastante recomendable, siempre que seamos capaces de pasar por alto tanto sus deficiencias técnicas como los detalles más kitsch y nos dejemos atrapar por una trama aparentemente enrevesada pero fácil de seguir hasta el punto de la predecibilidad en ciertas ocasiones. Y en el peor de los casos un espectador defraudado sólo habrá perdido tres horas de su vida o incluso menos, si es de gatillo fácil y se ha mantenido cerca del mando a distancia.

Neverwhere, la novelaPero la novelización que Gaiman escribiera a partir de los guiones confeccionados por encargo para la BBC deja muy atrás los estrechos confines de la televisión. Para empezar nos encontraremos con la inclusión de las numerosas ideas que Gaiman tuviera que desechar para la serie, debido a las limitaciones del medio televisivo. La trama aparece particularmente nítida sobre el papel y su trasfondo es infinitamente más detallado, haciendo que el inframundo londinense cobre vida con un sabor añejo y decididamente steampunk que me hizo recordar Las puertas de Anubis de Tim Powers. Pero sorprendentemente para una obra de corte fantástico, argumento y ambientación quedan casi en un segundo plano con respecto al crecimiento de su protagonista durante lo que casi podríamos considerar un viaje iniciático y de desarrollo personal. Además, cada personaje que se nos presenta es una historia esperando ser contada y tras cerrar el libro persiste la sensación de haber visto únicamente la proverbial punta del iceberg. Solo resta esperar que algún día Neil Gaiman publique esa segunda parte que afirma tener a medio escribir.

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